ABC (1ª Edición)

Un preso «modélico» en misa

- CRUZ MORCILLO

Miguel Carcaño lleva cinco años y cuatro meses viviendo en la cárcel de Herrera de la Mancha (Ciudad Real), un centro que fue referente para los presos de ETA y sus familias porque por él han pasado algunos etarras con récord de víctimas. Carcaño, condenado a 21 años de prisión por el asesinato de Marta del Castillo en enero de 2009, es uno de los tipos más odiados en la calle, pero entre los muros de Herrera y en concreto en el módulo de respeto en el que está internado es uno más. Ni destaca ni nadie le señala. Algunos incluso ignoran lo que hizo, aunque el código taleguero se rige por unos impulsos y normas distintas a las del exterior.

Miguel, que ha echado músculo y callo entre rejas donde ha pasado la última década, es un preso «modélico», anodino, sin ningún problema de convivenci­a, que participa en todas las actividade­s junto a sus compañeros y que parece haber descubiert­o en su vida la llamada de la religión. Resulta sorprenden­te, pero Carcaño se ha acercado a la fe católica entre los muros de Herrera, al menos la practica e interviene de forma activa en la misa y en todas las actividade­s de pastoral penitencia­ria, según ha podido saber ABC: arreglar la capilla, ordenar y limpiar lo que toque o ayudar al sacerdote en lo que precise.

La imagen resulta chocante a la vista de su historial, de sus mentiras, de sus inicios encerrado en la cárcel sevillana de Morón de la Frontera como ídolo deprimente e icono del mal que incluso llegó a tener un nutrido club de fans que le enviaban cientos de cartas mientras los padres y toda la familia de Marta del Castillo se consumían en sus continuas e infructuos­as búsquedas.

«Es un clásico. Algunos de los asesinos más despiadado­s se convierten en un icono y los siguen, les escriben muchas mujeres, se enamoran de ellos. Hay muchos casos. No podemos entenderlo, pero ocurre», explica a ABC un funcionari­o de Prisiones. Miguel Carcaño sigue recibiendo cartas de seguidoras. No se conoce el contenido porque no tiene intervenid­as las comunicaci­ones pero parece que su club de fans continúa.

En septiembre de 2013 la juez de Vigilancia Penitencia­ria le concedió el paso de primer a segundo grado y se decidió su traslado de Sevilla (donde todos sabían quién era) hasta Ciudad Real donde solo inicialmen­te siguió sometido al protocolo de prevención de suicidios. Desde que entró el 14 de febrero de 2009, acusado de la muerte de Marta se dispuso que tuviera presos de confianza y los mantuvo durante años. De hecho, un mes después de que lo encarcelar­an intentó quitarse la vida con un cordón. Estuvo incluido en el fichero de

Ayuda al sacerdote El asesino de Marta participa en todas las actividade­s de pastoral penitencia­ria: arregla la capilla, la limpia...

Perfil bajo y discreto El módulo de respeto en el que permanece es una especie de «oasis» dentro de cualquier prisión

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