Romance de lobos
Como una comedia bárbara de Valle-Inclán tiene pinta de terminar la historia de Podemos, donde por hache o por be, por purga o por fuga, apenas queda Pablo Iglesias del que fuera equipo fundacional. En solo cinco años. Con el vecino de Galapagar de baja por paternidad, a la penúltima crisis interna ha tenido que responder Pablo Echenique Robba (Santa Fe, Argentina, 1978), encargado de organizar el partido, al que no paran de salirle herejías periféricas que desatienden las instrucciones de la dirección federal. Él ha sido el encargado de ajustarle las cuentas en los medios a Íñigo Errejón tras su marcha al partido de Carmena, o eso que tenga a bien crear la alcaldesa. Y la respuesta ha sido en un tono venenoso, pues vino Echenique a ponerle de muerto de hambre, alguien que de algo tiene que vivir hasta finales de mayo, o de pesetero, que no se sabe qué es más hiriente.
Echenique tiene 40 y llegó a España con 13. Visto con perspectiva, lleva en política un telediario, que es lo que le suelen durar a él los escaños. El que sacó en Estrasburgo le duró ocho meses y el de las Cortes de Aragón, solo algo más de dos años. En realidad, es su faceta de portavoz podemita es lo que más le ocupa porque lo de organizar se le da entre regular y mal, visto el desbarajuste de las confluencias populistas. Aficionado a los cantos tabernarios (como ese tan entrañable que aconseja a una tal Dominga), su sentido del humor parece amargado de disgusto en disgusto, de hiel en hiel, desde que se sabe que estafó a la Seguridad Social y tuvo sin seguro a un empleado. Ahora saca el hacha con Errejón, el de la «beca-black» cobrada sin dar palo al agua, que se marcha con Carmena. Dentro de nada cabrán en un taxi como sigan en Podemos enseñándole a
Valle-Inclán a bordar el esperpento.