ABC (1ª Edición)

Al «doctor victoria» le faltan dedos

- ÁLVARO MARTÍNEZ

«Con Rivera no, con Rivera no», le gritaban a un por entonces sonriente Sánchez los seguidores que se arremolina­ban eufóricos frente al balcón levantado en Ferraz para celebrar la «gran victoria del 28-A», que luego, visto lo visto, ha ido menguando drásticame­nte su dimensión real cuando el ganador se ha puesto a echar cuentas con las manos y le faltaban dedos. Y como «con Rivera no, con Rivera no», el «doctor victoria» se ha puesto a hablar con Podemos, o más bien con lo que Galapagar ha dejado de Podemos, y se ha dado cuenta de que todo vuelve a depender de los costaleros que le llevaron hace un año a La Moncloa, ese nutrido grupo de auténticos fans de la Constituci­ón y la unidad de España que forman los independen­tistas, los proetarras y los que proyectan cambiar la monarquía parlamenta­ria por una república más o menos popular mientras chapotean los pies en su piscina azul junto a su casita del verde jardín.

Anteayer tocaba hablar de «Gobierno de cooperació­n» sin entrega de ministerio­s. Y ayer ya se admitía que no descarta entregar algunas carteras a los populistas, palabras que luego su emisor, José Luis Ábalos, tuvo que matizar para decir lo mismo y lo contrario «porque yo no puedo descartar nada que no dependa de mí». Esto es, que el encargado de las primeras negociacio­nes no tiene aún ni idea de por dónde irán los tiros, y que si sale con barbas será San Antón y si no, la Purísima Concepción. El caso es que el doctor siga durmiendo en el colchón. Por Sánchez, desde luego, no va a quedar y seguirá multiplica­ndo los gestos para que por activa o por pasiva los separatist­as le renueven el alquiler de La Moncloa. Ayer, otro gesto, la Abogacía del Estado, que desde hace tiempo es más bien la Abogacía del Sanchismo, combatiend­o de nuevo con la Fiscalía para que Junqueras vaya a hacerse con el acta de eurodiputa­do.

El mismo día que el juicio del «procés» quedaba visto para sentencia, Sánchez viajaba a Barcelona para visitar las instalacio­nes del superorden­ador que la UE y cinco socios (entre los que está lógicament­e España) han colocado en Barcelona, en esa Cataluña tan supuestame­nte oprimida por la «perversa España». Otro gesto más. ¿Con Rivera no y con Junqueras sí? Se va a quedar corta la potencia del superorden­ador para procesar lo que ronda la cabeza del «doctor victoria».

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MARTA DIAS Sánchez, ayer, en su visita al Centro Nacional de Computació­n de Barcelona, que albergará el nuevo superorden­ador de la UE
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