Al «doctor victoria» le faltan dedos
«Con Rivera no, con Rivera no», le gritaban a un por entonces sonriente Sánchez los seguidores que se arremolinaban eufóricos frente al balcón levantado en Ferraz para celebrar la «gran victoria del 28-A», que luego, visto lo visto, ha ido menguando drásticamente su dimensión real cuando el ganador se ha puesto a echar cuentas con las manos y le faltaban dedos. Y como «con Rivera no, con Rivera no», el «doctor victoria» se ha puesto a hablar con Podemos, o más bien con lo que Galapagar ha dejado de Podemos, y se ha dado cuenta de que todo vuelve a depender de los costaleros que le llevaron hace un año a La Moncloa, ese nutrido grupo de auténticos fans de la Constitución y la unidad de España que forman los independentistas, los proetarras y los que proyectan cambiar la monarquía parlamentaria por una república más o menos popular mientras chapotean los pies en su piscina azul junto a su casita del verde jardín.
Anteayer tocaba hablar de «Gobierno de cooperación» sin entrega de ministerios. Y ayer ya se admitía que no descarta entregar algunas carteras a los populistas, palabras que luego su emisor, José Luis Ábalos, tuvo que matizar para decir lo mismo y lo contrario «porque yo no puedo descartar nada que no dependa de mí». Esto es, que el encargado de las primeras negociaciones no tiene aún ni idea de por dónde irán los tiros, y que si sale con barbas será San Antón y si no, la Purísima Concepción. El caso es que el doctor siga durmiendo en el colchón. Por Sánchez, desde luego, no va a quedar y seguirá multiplicando los gestos para que por activa o por pasiva los separatistas le renueven el alquiler de La Moncloa. Ayer, otro gesto, la Abogacía del Estado, que desde hace tiempo es más bien la Abogacía del Sanchismo, combatiendo de nuevo con la Fiscalía para que Junqueras vaya a hacerse con el acta de eurodiputado.
El mismo día que el juicio del «procés» quedaba visto para sentencia, Sánchez viajaba a Barcelona para visitar las instalaciones del superordenador que la UE y cinco socios (entre los que está lógicamente España) han colocado en Barcelona, en esa Cataluña tan supuestamente oprimida por la «perversa España». Otro gesto más. ¿Con Rivera no y con Junqueras sí? Se va a quedar corta la potencia del superordenador para procesar lo que ronda la cabeza del «doctor victoria».