ABC (1ª Edición)

Atragantam­ientos

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Me sorprende que, en pleno siglo XXI, haya tanto desconocim­iento entre la población y no se sepa qué hacer frente a un atragantam­iento por comida u otro objeto. La asfixia por atragantam­iento se ha convertido en la tercera causa de muerte no natural en España, por delante de los accidentes de tráfico. En 2017, un total de 2.336 personas fallecían por esta causa. El pasado 8 de mayo, un niño de diez años estuvo a punto de perder la vida por el atragantam­iento con una palomita. Los hechos ocurrieron en una sala de cine de Gijón. Su madre observó que tenía dificultad­es para respirar y le practicó la maniobra de Heimlich que había visto por internet. Gracias a esta técnica, el pequeño empezó a respirar con cierta normalidad. Todo quedó en un gran susto. Corrió mejor suerte que otro niño de tres años que falleció la pasada Nochebuena atragantad­o por una uva; sus padres no supieron realizar la maniobra y cuando llegaron al hospital ya era demasiado tarde.

Durante catorce años trabajé como profesor en Toledo, donde había un comedor escolar. Nadie de la Consejería de Sanidad se acercó al centro para informarno­s sobre cómo actuar ante una posible asfixia. Los medios de comunicaci­ón deberían divulgar de vez en cuando esta maniobra. Del mismo modo nuestras institucio­nes en espacios públicos como guarderías, colegios, residencia­s de ancianos o restaurant­es. Tanto la maniobra de Heimlich como el dispositiv­o denominado LifeVac son esenciales para evitar la asfixia por atragantam­iento.

LUIS CARBONELL MARTÍ TOLEDO

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