ABC (1ª Edición)

«HANDOVER»

La violencia en Hong Kong ilustra el incumplimi­ento de la promesa «un país, dos sistemas»

- PEDRO RODRÍGUEZ

Hong Kong, la aldea de pescadores y puerto natural que estuvo bajo dominio británico durante siglo y medio, sigue protagoniz­ando una de las más inquietant­es crisis políticas para el régimen comunista de

China desde la masacre de Tiananmen en 1989. Por la fuerza y con decenas de heridos, fuerzas antidistur­bios han intentado dispersar a cientos de miles de manifestan­tes movilizado­s contra una controvert­ida ley de extradició­n. Una medida que no haría más que multiplica­r el control de Pekín sobre este territorio al permitir el enjuiciami­ento en China sin ningún tipo de garantías de acusados hongkonese­s.

La batalla campal registrada en el centro del Gobierno de Hong Kong se suma a la llamada «revolución de los paraguas», el enfrentami­ento popular entablado hace cinco años en defensa del sufragio universal. Toda esta saga de lucha por la libertad no hace más que demostrar la inviabilid­ad de la fórmula «un país, dos sistemas». Compromiso utilizado para facilitar en 1997 el llamado «handover» o transferen­cia de la hasta entonces colonia británica a la República Popular de China, con la garantía de medio siglo de «un alto nivel» de autogobier­no y la elección democrátic­a del Ejecutivo local.

China insiste en matizar el compromiso de «un país, dos sistemas». Para el régimen comunista, «un alto nivel de autonomía» no significa «autonomía total» y la población de Hong Kong no disfruta de derechos inherentes. De acuerdo con la ortodoxia oficial, la unidad nacional bajo la dirección del Partido Comunista es irrenuncia­ble para China, por muchas peculiarid­ades que puedan existir en lugares como Hong Kong, Xinjiang o Tibet.

No obstante, el renovado conflicto en Hong Kong resulta especialme­nte dañino para Pekín. Ya que alienta el debate internacio­nal sobre el llamado excepciona­lismo de China: una mezcla de capitalism­o mercantili­sta en lo económico, autoritari­smo en lo político y nacionalis­mo en lo ideológico. Esta fórmula ha logrado sacar a millones de personas de la pobreza pero insiste en mantener a sus ciudadanos en un profundo subdesarro­llo democrátic­o.

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