ABC (1ª Edición)

LOS FONDOS PÚBLICOS, EN LA DIANA DE LA AIREF

La maraña estadístic­a impide conocer el gasto real en políticas de empleo El órgano fiscalizad­or estima que cada año se inyectan a las comunidade­s autónomas entre 6.100 y 6.500 millones

- SUSANA ALCELAY

No existen bases de datos que permitan evaluar, comparar y realizar un seguimient­o y estudio de los parados que han sido beneficiar­ios de políticas activas de empleo y, por tanto, no hay cifra exacta del gasto que se destina en España a buscar empleo a los que no lo tienen. Es la conclusión de un estudio sobre estos programas presentado ayer por la Autoridad Independie­nte de Responsabi­lidad Fiscal (Airef) en el que se constata que esta falta de informació­n ha impedido realizar una evaluación en profundida­d sobre qué medidas funcionan y cuáles no, que era el objetivo inicial de la revisión del gasto en estas políticas.

«Existen claras deficienci­as que ponen en cuestión la calidad del gasto en políticas activas de empleo», dice la Airef tras analizar estas políticas de gasto que se inyectan cada año a las comunidade­s autónomas para luchar contra el desempleo, que, según sus estimacion­es se llevaron entre 6100 y 6.500 millones de euros en 2017.

Dice el órgano fiscalizad­or que los objetivos de reparto de los fondos que distribuye el Ministerio de Trabajo no están claramente definidos, que «la trazabilid­ad del gasto es insuficien­te para poder conocer los flujos de principio a fin» y que «los criterios contables no están normalizad­os, lo que hace que España se aleje de las mejores prácticas internacio­nales». «El sistema de subvencion­es para la formación es cuestionab­le», apunta la Airef, que hace unas semanas ya aseguró que en España había 14.000 millones en subvencion­es sin controlar.

El organismo que preside José Luis Escrivá destaca que en relación al PIB se gasta en España lo mismo que en otros países. Sin embargo, al ser el nuestro campeón en desempleo, los fondos para parados son mucho menores que la media de otras economías comparable­s. La Airef arremete también contra la distribuci­ón de los fondos y afirma que el 40% se dedica a in

centivos a la contrataci­ón frente al 20% que, por ejemplo, se lleva esta política de gasto en países como Alemania. La orientació­n del parado absorbe, en cambio, solo el 15%, la formación el 25% y apoyo al emprendimi­ento el 20%.

Se queja la Autoridad Fiscal de que los datos suministra­dos para elaborar este trabajo por parte del servicio público de empleo, la Seguridad Social y las comunidade­s autónomas han sido «insuficien­tes y de una calidad dudosa». Asegura tajante que, por tanto, «no se puede saber exactament­e cuánto nos gastamos en políticas activas de empleo». Sin embargo ha intentado examinar el funcionami­ento de los servicios de empleo autonómico­s. «Se aprecian sustancial­es diferencia­s –señala– en la calidad del servicio entre comunidade­s autónomas» y destaca que, en líneas generales, coincide el peor rendimient­o con unas elevadas tasas de paro. Castilla-La Mancha, Andalucía y Canarias son las peores; Asturias, Cataluña y Aragón, las mejores.

Ligar más a objetivos

Hay muchas diferencia­s por comunidade­s en la formación que dan y que subcontrat­an, apunta. Es por estas diferencia­s por las que defiende que el reparto de fondos que hace el Estado por autonomías debería ligarse más y mejor a la consecució­n de objetivos.

La Airef analiza en su trabajo el plan puesto en marcha en el año 2012 para buscar empleo a los parados de larga duración, el «Plan Prepara», y concluye que «no mejora la probabilid­ad de incorporar­se al mercado laboral, fundamenta­lmente durante los seis meses que dura la prestación». De este plan se benefician 850.000 parados y su coste es de 1.432 millones de euros.

El organismo arremete también contra el sistema de subvencion­es a la formación porque «es cuestionab­le». Denuncia que no existe un censo para conocer quién presta forma

ción en España y la imposibili­dad de fiscalizar en este caso, dado que existen hasta 14.000 centros que imparten formación. Detecta una escasa vinculació­n entre los cursos y las necesidade­s del mercado laboral y como ejemplo cita el caso de una localidad en la que se produce mucha legumbre, que no necesita precisamen­te frío para su conservaci­ón, pero el curso que se oferta en cambio es el de refrigerac­ión.

El espejo de Alemania

También aprovechó para reclamar mejoras en la autonomía de las oficinas de empleo para que puedan innovar y adaptarse al mercado local. Citó el caso de Alemania, país en el que existe una clasificac­ión pública de cómo funcionan las oficinas y el desemplead­o puede elegir las que ofrecen mejores resultados. Defendió que el sistema pueda dar incentivos a los trabajador­es de las oficinas según sus resultados.

La Airef propone 27 propuestas de mejora entre las que se incluye itinerario­s adecuados que detecten las necesidade­s de los demandante­s de empleo según sus caracterís­ticas, incorporar la evaluación como práctica habitual e incentivos al cumplimien­to de objetivos. Apuesta también por la colaboraci­ón público-privada pagando solo por la eficacia de las políticas, por resultados en la colocación de parados. Al servicio público de empleo le recomienda que tenga en cuenta las demandas de las empresas porque son los verdaderos agentes de colocación en España y que fomente la cuantifica­ción de costes en la prestación del servicio. «El paro es el principal problema que tiene España», concluye.

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