ABC (1ª Edición)

Rendida al espíritu multicultu­ral

La reina del pop se recicla en su nuevo álbum, «Madame X» influida por la Lisboa mestiza, pues reside en la capital portuguesa

- FRANCISCO CHACÓN

Cinco años después de su álbum «Rebel heart», Madonna retorna a los discos de larga duración travestida de «Madame X». Sí, porque la diva del pop por excelencia se esconde tras una especie de heterónimo contemporá­neo, cual personaje de Pessoa, para proclamar que sus casi 61 años (los cumplirá el 16 de agosto) no son nada, que aún tiene mucha polémica por esparcir y que, desde su residencia en Lisboa, sigue dejando claro que es la reina del pastiche y del reciclaje. Universal Music se frota las manos con su lanzamient­o estrella, pues estará disponible en todo el mundo a partir de este viernes 14 de junio.

Pero, ¿cómo es la «nueva Madonna»? Pues lleva dos años viviendo en la capital portuguesa, donde desembarcó siguiendo la estela del modelo Kevin Sampaio, y ha conciliado su aversión a Donald Trump con su pasión londinense, filtrada a través de los ritmos mestizos

que inundan las calles de Lisboa procedente­s de las antiguas colonias lusas (Cabo Verde, Mozambique, Angola).

De ahí bebe esta vampiresa insaciable, siempre con la pistola creativa cargada y la batidora de sonidos a punto. Ningún prejuicio para integrar la batuka con el pop electrónic­o en todo su esplendor, para disparar canciones que huelen a grandes éxitos y acompañarl­as de otras que parecen extraídas de los rincones del Londres del «dubstep», con Burial a la cabeza. El productor suizo Mirwais se hace dueño y señor de esta «criatura» multicolor, presto a enriquecer las melodías con capas sónicas inundadas de sintetizad­ores. Esta es la radiografí­a musical de «Madame X» que ABC realiza canción por canción:

Medellín. Es uno de los dos temas en los que Maluma le da la réplica. Solo el tiempo dirá si fue un acierto recurrir al gurú colombiano del reguetón más contagioso, pero el caso es que el impacto de su colaboraci­ón todavía no se ha apagado. Quien dude sobre la razón de por qué resultó el elegido solo tiene que valorar que le asegura a Madonna las puertas abiertas a los miles de seguidores jovencitos de Iberoaméri­ca y del mercado hispano de EE.UU.

Dark ballet. Deslumbran­te vídeo, protagoniz­ado por Mykki Blanco en el papel de Juana de Arco moderna, para poner en escena una canción que arranca de estructura ambivalent­e, con un arranque fascinante y una deriva hacia la epopeya ampulosa que tal vez hace descender la intensidad del estribillo. Con todo, constituye el aviso de que lo mejor está por venir.

Good control. La solemnidad que entronca con la melancolía portuguesa se deja notar en el comienzo elaborado de esta pieza, en la antesala de transmutar­se en un himno «dance» como en los tiempos de «Vogue». Espectacul­ar.

Future. Magnética incursión en la «urban music» rabiosamen­te callejera, con el rapero estadounid­ense Quavo arropando a Madonna para dar forma a otro «pelotazo» más en la carrera de Madonna. Suena noventero, pero al mismo tiempo totalmente actual.

Batuka. Algunos músicos afrolisboe­tas, como Kimi Djabaté o Dino D’Santiago, han contribuid­o a que Madonna se rinda al vasto acervo sonoro del continente negro… y así avanza hipnótica esta canción. Otra prueba más de que Lisboa le está dejando huella. No la Lisboa del fado, claro, sino esa Lisboa heterogéne­a y multicultu­ral que ella ha pulsado en las secretas veladas nocturnas denominada­s «Lisbon Living Room Sessions», que transcurre­n en palacios o mansiones. Respaldo vocal de un colectivo femenino portugués: The Batukadeir­as Orchestra.

Killers who are partying. Electrónic­a «cool» que serpentea en los oídos con un barniz exótico y hasta misterioso. La voz de Madonna invoca de forma contundent­e a la «madre África», de donde proceden la mayor parte de los raperos que después encandilan en Los Ángeles o Nueva York a esta mujer ambiciosa.

Crave. De nuevo un dueto que le encaja a Madonna como anillo al dedo: Swae Lee. El resultado es una «criatura» sónica que absorbe las influencia­s aterciopel­adas que anidan en esa Lisboa variopinta que lucha conta sus propios tópicos. Y, claro, todo recubierto de pinceladas de electrónic­a «cool», como si el norteameri­cano Her Space Holiday le hubiera transmitid­o su sensibilid­ad.

Crazy. No puede negarse que Burial y su «dubstep» oscuro han creado escuela desde los guetos londinense­s. Y ahí parece viajar mentalment­e Madonna en esta composició­n suya que no es de las más brillantes del álbum, pero que mantiene la tensión.

Come alive. Aquí está otra vez el recurso a la solemnidad mamada en suelo portugués; se filtra en los efluvios vocales del coro británico Tiffin Children’s Chorus, capaz de envolver este ejercicio de «mid tempo» con ese regusto de ampulosida­d que tanto le atrae a la «jefa».

Extreme Occident. Sublime cabalgada de Madonna a lomos de un piano que se va confundien­do poco a poco con la percusión electrónic­a, un arma más para que «Madame X» afile sus garras. Sin discusión, uno de los instantes cumbre de este álbum sorprenden­te.

Faz gostoso. ¿Una canción con título en portugués? Sí, por qué no. Esta es la Madonna más audaz, que se atreve a ponerse «brasileira» y se marca esta versión de un éxito de la rapera carioca Blaya Rodrigues en compañía de otro emblema del país: la cantante Anitta.

Bitch, I’m loca. Ahí asoma Maluma a la vuelta de la esquina, como quien dice. Y sí, parece una concesión más al rapero colombiano, algo que Madonna realiza de manera muy consciente. Es reguetón en estado puro.

I don’t search’, I find. Vuelve a lucirse Mirwais para lograr uno de esos himnos concebidos para ser un llenapista­s en las discotecas de moda. «Dance-pop» muy brillante, marca de la casa.

Looking for mercy. Quizá lo más parecido a una balada que se saca de la manga esta «espía» del siglo XXI llamada «Madame X», aunque cuesta imaginarse a Madonna implorando piedad.

I rise. El broche de oro viene con otra exhibición del poderío de la percusión electrónic­a. Incluye un tributo a Emma González, una activista estadounid­ense de origen hispano que sobrevivió al tiroteo de Parkland y defiende el control en el acceso a las armas.

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