Un Rey de paisano
∑ Iglesias busca aparentar estabilidad y desde su entorno no rechazan hablar con otras fuerzas
Todo es y debe ser simbólico en la monarquía, forma política que sobrevive como mera representación formal, a veces ideal, del pueblo al que sirve y rinde cuentas. Desde hace cinco años, Felipe VI gesticula en función de la demanda de una sociedad que no quiere plumas de avestruz ni terciopelos azules para colorear y exportar su presunta grandeza, sino movimientos en los que reconocerse. El simbolismo de nuestro Rey es de carácter doméstico y se puede encontrar en los puños que apretó el 3 de octubre de 2017, cuando salió por la tele para recordar lo que es España, o en las Medallas al Mérito Civil que hoy entrega con la mano abierta a quienes, en una era de héroes falsos y virales, casi nadie suele reconocer su esfuerzo. El simbolismo de Don Felipe pasa por la denuncia de la precariedad que sufren los jóvenes, o por la mirada que dirige a quienes han hecho del enfrentamiento su único y triste símbolo. Felipe VI se permite algunas licencias, como cuando monta en la mesa de su despacho un jeroglífico de objetos, alineados en una composición que varía según las circunstancias de este tiempo nuevo. Por lo demás, se le entiende bastante bien. Va de paisano y lleva así cinco años. Cuando el Rey se comunica, quien lo hace es el pueblo para el que trabaja, también de traductor e intérprete. Hay quienes, faltaría más, ancha es la democracia, no terminan de aceptar lo que hace y lo que dice, pero no se trata de nada personal. No tienen problema alguno con la Corona, sino –y eso es más grave– con la gran mayoría de ese país al que Felipe VI se honra en representar.
PSOE y Podemos siguen jugando su partida de mus de cara a la investidura y a la conformación de Gobierno. Ambos se precisan, con desigual intensidad, para evitar la eventualidad de unas nuevas elecciones que los dos rechazan; pese a que el juego estratégico haya llevado a ambos a forzar la máquina coqueteando con el adelanto electoral. Pedro Sánchez y Pablo Iglesias se reunieron en la tarde del lunes en un encuentro secreto, o «discreto» como prefieren llamarlo. Una conversación que no figuraba en las agendas ni de uno ni de otro y de la que lo único que trasciende es que siguen sin acuerdo.
Fuentes socialistas confirman la celebración de esta cita pero, sin dar más detalles, aseguran que por el momento «las posiciones están muy alejadas». Al término del sanedrín, sin embargo, Iglesias expresó que cree «las cosas van a salir bien». Los relatos no coinciden. Sin una fecha concreta todavía para la investidura, desde el PSOE siguen «con la máxima disposición de entendimiento» con el líder de Podemos, al que señalan como «socio preferente». El nudo gordiano de esta negociación está en la entrada o no de Iglesias en el Consejo de Ministros. El significado de «gobierno de cooperación» para Podemos es estar dentro, mientras que desde el PSOE se insiste en que ese sintagma no es un sinónimo de coalición.
Las cuentas que manejan los socialistas no son una garantía de gobernabilidad, dado que Sánchez depende de la abstención de ERC para ganar en segunda vuelta. El secretario de Organización, José Luis Ábalos, expresó el lunes que Sánchez está dispuesto a enfrentarse a una investidura sin tener atados los apoyos. Ante esta derivada, Iglesias insistió en que ya negoció la mayoría absoluta al PSOE para la moción de censura y no lo hará dos veces. Desde el entorno del secretario general, sin embargo, están abiertos a «echar una mano» al PSOE sin convertirse en palanganeros. Aunque no han hablado con otras fuerzas, no se atreven a descartar qué pueda ocurrir.
La estrategia de Iglesias es aparentar estabilidad frente al embrollo del Ejecutivo en funciones. Desde el 28-A, él y Sánchez se han visto tres veces y en Podemos se respira tranquilidad en torno a sus encuentros. No obstante, sí que admiten que los últimos «bandazos» de Ábalos están generando malestar en las filas moradas. La semana pasada el socialista no descartó la entrada de Podemos en el Gobierno, pero horas más tarde compareció de nuevo para enmendar sus palabras.
El debate de qué papel jugará Podemos en el Ejecutivo se pondrá sobre la mesa como último punto, aseguran fuentes del partido, que además revelan que los próximos días se mantendrán más encuentros para seguir trabajando en un acuerdo programático.