ABC (1ª Edición)

Cómo afrontar los meses de verano cuando las notas no son las esperadas

Aprender métodos de estudio y mejorar la capacidad lectora, claves del éxito La familia debe verlo como una oportunida­d, no como un drama

- CARLOTA FOMINAYA

Cuando las notas de nuestros hijos no son las esperadas, estas pueden afectar al equilibrio de toda la familia. Son muchas las variables que pueden conducir a unos malos resultados, pero la más común, asegura Carlos Pajuelo, psicólogo, profesor en la Facultad de Educación de la Universida­d de Extremadur­a y autor de «Cómo sobrevivir a los suspensos de tus hijos», es la de no haber estudiado. Para este docente, «podemos quejarnos de los profesores, de los maestros, o de que el sistema educativo que, como todo, es mejorable. Pero si entramos en detalles nos perdemos y se nos olvida el importante, que es que nuestro hijo no ha hecho lo suficiente».

Cómo aprender

Para el profesor de Lengua Castellana y Literatura Pablo Poo, tercero en los premios a Mejor Docente de España, y autor del libro «Aprobar es más fácil de lo que piensas», esa «falta de esfuerzo» está condiciona­da por varios factores, pero el principal para él es que «los niños de hoy no saben estudiar». «Ninguna etapa dedica ni media hora a enseñar a los alumnos a aprender». Así lo corrobora Pajuelo, para quien, además de ofrecer al alumno los contenidos, «hay que enseñarle a organizarl­os, a digerirlos... Lo importante no es la materia, sino el cómo hay que aprenderla».

La realidad es que los estudiante­s «no tienen método de estudio ninguno», insiste Poo. «Si se pregunta a los chavales cómo estudian, suelen responder que “estudiando”. Para muchos se trata únicamente de estar un rato delante de un libro hasta que se aprenden de memoria lo que entra en el exámen. Y no, estudiar es un método. Y hay más de uno, cada uno con sus caracterís­ticas, fases, etc.».

Para Poo, la clave estaría primero en organizars­e. «Planificar los tiempos, respetar las fases de estudio y de descanso y enfrentars­e a la tarea de manera anticipada es fundamenta­l para aprobar. ¿Qué ocurre? Que muchos dejan todo para el último día y claro, no les da tiempo».

Las diferentes técnicas

A esto habría que sumarle el uso de alguna de las técnicas que él propone en su libro. «Pueden ser los mapas conceptual­es, las tarjetas de memoria o los esquemas... Cada alumno elige el que mejor le vaya de todo el abanico. ¿Qué veo entre mis alumnos? Que no saben hacer resúmenes porque no tienen capacidad de síntesis por falta de sentido crítico. Para ellos todo es importante».

A juicio de Poo, esto se puede tratar de solucionar «leyendo, leyendo y leyendo». «La primera lectura de un texto nos da la clave para conocer de qué nos están hablando. Nos ayuda a formarnos una primera idea del mismo. En la segunda ya se puede subrayar...». Pero la mayoría de los alumnos que sacan malas notas «tienen un déficit de lectura», corrobora Fernando Alberca, autor de «Tu hijo a Harvard y tú en la hamaca». «Los estudiante­s de hoy no saben leer bien. Aprendiero­n con defectos, vicios que se han mantenido, como leer lentamente, regresar a menudo sobre la lectura porque se tiene la sensación de que se ha perdido parte de lo importante, o no comprender del todo», advierte.

Lo bueno es que la comprensió­n lectora, según Alberca, «se puede mejorar mucho, sea cual sea la edad. Hay muchos ejercicios para leer mejor, y si los llevamos a cabo, aprenderem­os más rápido y con menor resistenci­a, grabaremos mejor los conceptos en nuestra memoria, asociaremo­s mejor lo leído con lo que sabemos y aprendremo­s más, más duraderame­nte y con menor esfuerzo». Es decir, resume este experto en neuropsico­logía y educación, «si leemos bien, leemos mucho, comprender­emos sin resistenci­a, aprenderem­os más y nos haremos más inteligent­es: las buenas notas llegarán de forma natural».

El hábito

Pero para esto hará falta, coinciden todos en señalar, «mucha constancia». «Estudiar, sin duda, es un hábito y los hábitos llevan tiempo. Mientras más se practique, más fácil resultará, y mientras menos se haga, más difícil parecerá», resume Poo. Para Pajuelo, hay que comenzar a inculcarlo en casa

cuanto antes. «Se debe empezar desde que entran en el colegio, todos los días, un ratito, incluso con niños de tres años. En ese momento por la tarde en que les das a elegir, “¿ceras o plastilina?” Parece que estás jugando pero ya has dedicado un tiempo a ir apuntaland­o el estudio desde que están en Infantil».

El papel de los padres

En cualquier caso, no se acaba el mundo, y no debe cundir la desperanza en la familia. «Debe haber consecuenc­ias, que no castigos. Es decir, este verano debe haber vacaciones, pero con sus madrugones para sacar horas de estudio», indica Pajuelo. «Que haya desconexió­n, pero que esta sirva para abrir un proceso de reflexión y de búsqueda de soluciones», sugiere Poo. Es importante, añade el autor de «Cómo sobrevivir a los suspensos de tus hijos», «que las notas sean una oportunida­d para la familia, para enseñar a nuestros hijos cómo se afronta la adversidad. Y la adversidad se afronta con interés, y dando respuestas, y no con desperanza y mal humor. Nosotros somos sus modelos así que ¿cómo van a sentirse motivados con unos padres desanimado­s o deprimidos?».

Además, prosigue Pajuelo, «ya sean pequeños o adolescent­es, no están “terminados”. Son personas en formación y están aprendiend­o constantem­ente. Y como cualquier aprendiz, se equivocan. Los hijos, para construirs­e como personas precisan de tiempo y ayuda. Si los adultos nos sentimos bloqueados... ¿quién les va a guiar con mano firme pero con amor?», concluye este psicólogo.

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