ABC (1ª Edición)

NEOFRANQUI­STAS

El gobierno de madame Montchalin cruza la muga con inmigrante­s en una furgoneta y los abandona en Irún como al abuelo en la gasolinera

- IGNACIO RUIZ-QUINTANO

El francés medio, según el cliché, bebe vino, no sabe geografía y tiene una condecorac­ión. A madame Montchalin, ministra de Francia, le faltaba la condecorac­ión, y fue a buscarla:

–En nuestra carta de valores no apoyamos alianzas con personas que son antinmigra­ntes y neofranqui­stas.

El gobierno de madame Montchalin cruza la muga con los inmigrante­s en una furgoneta y los abandona en Irún como se hace con el abuelo en la primera gasolinera al salir de vacaciones. Pero lo que tiene ojiplática a madame Montchalin no es este teatrillo molieresco (todo es molieresco, también el cinismo, en el presidente francés), sino su fe: cree ver a Napoleón encarnado en Macron, la piedra más preciosa de los Rothschild, que deben su fortuna al manejo de informació­n. Primero en su taberna del puerto de Londres, con el pizarrín con las noticias sobre las mercancías de los barcos que iban y venían. Y luego con sus mensajeros privados enviados a la batalla de Waterloo a fin de conocer su resultado antes que nadie en la City que Almeida, el que se ponía nervioso porque no llegaban a tiempo de votarle los «neofranqui­stas de Vox», en la jerga de madame Montchalin, quiere traerse a Madrid.

El «mainstream» habla del neofranqui­smo en Vox con el mismo rigor que lo hace el periodismo de los AC/DC en la boda de Sergio Ramos. Vox está en el consenso del 78, de ahí su extemporan­eidad, y los demás andan desde 2001 en el consenso separatist­a de González y Cebrián, cuyo pasado no es la Convención de Filadelfia del 87. Madame Moontchali­n es ministra de un gobierno de la V República francesa, surgida de un golpe de Estado de De Gaulle y hoy presidida por Macron, el tipo que se llevó la corte a Versalles, cerrado por la marcha de las mujeres desde 1789, pero donde Sánchez, Casado y Rivera se verán como «el panadero», “la panadera” y «el mozo de tahona», y por eso hoy añoramos a Giscard, el hombre que hizo su carrera a base de «Oui, mais» al general. Como el ídolo de Ciudadanos.

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