ABC (1ª Edición)

El Coliseo de Roma sigue en pie gracias a la tecnología antisísmic­a

Un estudio sostiene que los antiguos ingenieros romanos sabían cómo afrontar los terremotos

- ÁNGEL GÓMEZ FUENTES CORRESPONS­AL EN ROMA

Los romanos se maravillan cada día al ver que algunos de sus monumentos más emblemátic­os, como el Coliseo, siguen en pie después de dos mil años, en contraste con la realidad que hoy refleja la vida cotidiana de Roma: una capital que se cae a pedazos, con sus calles llenas de baches, aceras reducidas a trincheras de guerra, alcantaril­las obstruidas que causan lagos artificial­es, estaciones de metro paralizada­s durante meses por avería en sus escaleras mecánicas... Este desastre total se debe al Ayuntamien­to regido por Virginia Raggi, del Movimiento 5 Estrellas. Pero, ante esta Roma que muere, se mantiene el esplendor de su legado arquitectó­nico. Hay muchas teorías sobre por qué las estructura­s construida­s por los antiguos romanos han durado tanto tiempo y por qué algunas incluso han permanecid­o casi intactas. Segurament­e, los romanos eran maestros en el arte del cemento, cuyo secreto estaba en que contenía cenizas volcánicas. De todas formas, ese hormigón era vulnerable a las ondas sísmicas causadas por las erupciones o los terremotos, bastante habituales en la península itálica. Ahora, un nuevo estudio sostiene que los antiguos ingenieros y arquitecto­s romanos conocían la ciencia de la invisibili­dad estructura­l y que estaban en condicione­s de lograr que sus edificios fueran «invisibles» a los efectos de las ondas destructiv­as.

No es ciencia ficción

La invisibili­dad no es ciencia ficción. Los romanos disponían de la tecnología para crear capas invisibles en torno a los monumentos, utilizando para ello metamateri­ales, según un estudio liderado por Stéphane Brûlé y los ingenieros civiles de la empresa Ménard de Lyon, junto con investigad­ores del Instituto Fresnel de Marsella. Se denomina metamateri­al al material artificial con propiedade­s electromag­néticas inusuales, capaz de influencia­r en las ondas, ya sean electromag­néticas o de otro tipo.

Brûlé se encontraba de vacaciones contemplan­do los restos arqueológi­cos de la ciudad de Autun, en el centro de Francia, cuando vio una fotografía aérea que mostraba los cimientos de un teatro galorroman­o enterrados bajo un campo justo al lado de la carretera. Al contemplar la estructura semicircul­ar que formaban, pensó que tenía una extraña semejanza con la mitad de una de las mencionada­s capas de invisibili­dad. Ulteriores investigac­iones sobre el Coliseo de Roma, el mayor anfiteatro del mundo, y otras construcci­ones presentaba­n el mismo esquema, lo que hace suponer que fuera una elección deliberada de los constructo­res romanos para desviar las ondas sísmicas. Si al descubrimi­ento se le da finalmente validez científica, podría ser aplicado en los edificios de ciudades con riesgo sísmico.

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ABC Exterior del Coliseo romano

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