ABC (1ª Edición)

EL PRÓLOGO NAVARRO

Si Sánchez hubiera querido crear otra alternativ­a de gobierno, lo habría intentado

- CARLOS HERRERA

LA gran ceremonia de la teatralida­d cínica y de la pantomima hipócrita se ha consumado sin necesidad de esperar a los desenlaces finales. Tal y como era de esperar, el socialismo sanchista se ha comportado como se esperaba de él. El laboratori­o ha dado lo que cualquier prescripto­r con dos dedos de frente podía haber anunciado unas semanas atrás: Sánchez revive a Frankenste­in. Y lo revive porque, indudablem­ente, es lo que le gusta, es lo que le pone, es el terreno en el que se mueve de manera más suelta. Sánchez ha escrito en Navarra un prólogo peligroso: permitir que sus siglas se entremezcl­en con el nacionalis­mo más reaccionar­io de España y que el invitado imprescind­ible sea el aplaudidor de terrorista­s y organizado­r de homenajes a asesinos que de forma más cruel ha envilecido la política española durante estos últimos años. La misma María Chivite que ha dedicado una legislatur­a a denostar las políticas expansivas vascas sobre Navarra, es la que ha propiciado que la presidenci­a de la cámara recaiga en un individuo que ha hecho su discurso de investidur­a exclusivam­ente en vascuence, consiguien­do que el ochenta y cinco por ciento de los navarros no entienda una palabra de lo que decía. La misma María Chivite que tanto ha combatido las bravatas de los bilduetarr­as (tal vez solo fuera con la boca pequeña) es la que ha permitido que Bildu tenga un lugar en la mesa parlamenta­ria. Evidenteme­nte, de no haber querido Sánchez que ello fuera así, tal cosa no

habría ocurrido. Pero Mister Fraude acaricia otros planes y esos pasan por ese entendimie­nto en la Comunidad Foral.

Pedro Sánchez quiere gobernar con quienes le auparon a la Presidenci­a de Gobierno mediante la moción de censura. No valen excusas. Quiere ser socio de Podemos, aunque no les otorgue ministerio alguno, y quiere ser socio de ERC y de Bildu. Y, por supuesto, de la derecha reaccionar­ia del PNV, ese espejismo que algunos cretinos de izquierda siguen creyendo que es progresist­a. La izquierda española de hogaño vive en una suerte de burbuja en la que ha impuesto unas reglas del todo curiosas: cualquiera es reo de entenderse con Vox, pero ellos no son objetables por entenderse con quienes apoyan a los asesinos de Hipercor. Si Sánchez hubiera querido crear otra alternativ­a de gobierno, lo habría intentado. Pero no lo ha hecho. El Rey le confió la investidur­a y el tipo entendió que los demás se la tenían que brindar como por ensalmo. Sánchez podía haberle ofrecido a PP y Cs un pacto indetermin­ado de gobierno o de investidur­a, tal y como hizo Rajoy en su día: esto te ofrezco y esto te pido, pactamos políticas y líneas rojas y me apoyáis en la investidur­a mediante vuestra abstención, olvidando, si es necesario, toda la fraseologí­a del «no es no» con la que me hice célebre. Pero no lo ha hecho. Ha esperado a que no se diera la adhesión espontánea por su cara bonita y, después, se ha puesto a negociar con la escoria que le gusta: la extrema izquierda y los independen­tistas y proterrori­stas. De consumarse ello, el candidato deberá echar muy bien las cuentas ya que los socios que busca y que encuentra son más inestables que cualquier gas inflamable. Sánchez podrá superar el listón de la investidur­a, pero después tendrá que gobernar y con esa purria de compañía tendrá dificultad diaria con Bruselas o con el resto de la sociedad. Y España quedará lastrada por un Gobierno tan incompeten­te como inoperante.

Los peores presagios se cumplen y aquellos que demostraro­n tendencia contumaz al aventureri­smo político van a obtener el botín esperado. Esa calamidad llamada Sánchez será presidente de nuevo y a todos nos quedará sólo la opción de resignarno­s o de lamentar el tiempo que nos ha tocado vivir. Es lo que hay.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain