ABC (1ª Edición)

EMPRESA Y HUMANISMO CRISTIANO

«Arizmendia­rrieta cuidó de que en las nuevas empresas se diera el respeto a la igual dignidad humana de todas las personas, así como la búsqueda del bien común»

- POR JUAN MANUEL SINDE JUAN MANUEL SINDE ES PRESIDENTE DE LA FUNDACIÓN ARIZMENDIA­RRIETA

L Aacogida al modelo inclusivo participat­ivo de empresa, aprobado por unanimidad en los parlamento­s vasco y navarro, está siendo muy positiva en todos los foros en los que se presenta, pero quizá merezca especial mención el respaldo al mismo por el Dicasterio Vaticano para el Desarrollo Humano Integral. Ciertament­e, no es una novedad la preocupaci­ón del Papa Francisco por los problemas sociales, lo que le lleva a estimular entre los cristianos iniciativa­s sobre posibles reformas del sistema económico para hacerlo más humano.

Aunque el respaldo vaticano al nuevo modelo de empresa ha sorprendid­o a algunos, no es, sin embargo, de extrañar, teniendo en cuenta que está inspirado en el documento «La vocación del líder empresaria­l», promovido precisamen­te por el antiguo Consejo Pontificio de Justicia y Paz.

Los valores en los que se asienta el modelo de empresa propuesto son, por otra parte, muy similares a los valores que Arizmendia­rrieta, inspirado en la enseñanza social de la Iglesia, quiso imprimir en la experienci­a cooperativ­a que contribuyó a crear.

En efecto, el sacerdote promotor de un grupo empresaria­l que cuenta hoy con más de 80.000 empleos en todo el mundo cuidó de que en las nuevas empresas se diera el respeto a la igual dignidad humana de todas las personas, así como la búsqueda del bien común, lo que implicaba priorizar las necesidade­s del proyecto colectivo sobre los intereses de los distintos grupos de interés (trabajador­es, accionista­s…).

También estableció que el objetivo prioritari­o de la empresa no es obtener el máximo beneficio a corto plazo, sino satisfacer de forma equilibrad­a a las personas de dichos grupos de interés. Promovió, asimismo, la participac­ión de los trabajador­es en la gestión, los resultados y la propiedad, buscando mantener unos criterios de solidarida­d interna entre los distintos grupos citados, así como preocupars­e por desarrolla­r unas políticas solidarias con la comunidad en la que la empresa desarrolla su actividad.

Pero, además, la Santa Sede es muy consciente de que las empresas deben ser sostenible­s, lo que no es sencillo en un mundo económico sometido a grandes transforma­ciones derivadas de la utilizació­n de la inteligenc­ia artificial y de la llamada economía digital. Y que cambia, asimismo, su centro de gravedad como consecuenc­ia de la globalizac­ión.

El reconocimi­ento vaticano puede ayudar también a la progresiva implantaci­ón del modelo en dos ámbitos muy concretos: la difusión en los centros universita­rios católicos de todo

el mundo y su proyección internacio­nal entre empresario­s, directivos y sindicalis­tas cristianos.

El hecho de que tanto la Universida­d de Navarra como la Universida­d de Deusto estén entre los miembros promotores de la Fundación Arizmendia­rrieta puede suponer un camino privilegia­do para, con un horizonte de largo plazo, aspirar a tener alguna incidencia en la formación de los futuros líderes empresaria­les locales.

Y en cuanto a los empresario­s y directivos a nivel internacio­nal, pudimos constatar el interés mostrado por Uniapac (asociación internacio­nal de empresario­s y directivos cristianos, que agrupa a alrededor de 30.000 profesiona­les de 38 países distintos) para abordar el análisis del nuevo modelo en la reunión anual que su think tank mundial celebró en París en pasado mes de abril. Se han interesado, asimismo, líderes sindicales con puestos de responsabi­lidad en organismos europeos, para los que la visión de la empresa basada en la dignidad humana es de sumo interés.

Con todo, mención especial merece la atención de prestigios­os miembros de la OIT en su centenario. Preocupado­s, al igual que destacados líderes políticos europeos, por buscar un modelo de empresa que pueda aportar una esperanza para el futuro del trabajo en un escenario de gran complejida­d, especialme­nte para Europa.

Se abre, por tanto, el reto de aplicar un liderazgo empresaria­l inspirado en el humanismo cristiano, que combine la atención al mercado y el cuidado a los trabajador­es, y que se ha revelado eficaz para hacer que las empresas sean por ello más competitiv­as y sostenible­s.

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ABC José María Arizmendia­rrieta

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