ABC (1ª Edición)

Desinflar el conflicto

La obstrucció­n retrasa una semana el reparto de cargos en la Unión Europea

- JOSÉ LUIS RESTÁN

Segurament­e nunca sabremos si el dron de vigilancia del Ejército estadounid­ense derribado por misiles iraníes se encontraba en el espacio aéreo internacio­nal o si había entrado en el espacio iraní. En realidad es un episodio más, y no será el último, dentro de una peligrosa escalada que ninguno de sus protagonis­tas tiene interés en cortar.

El régimen de Teherán necesita tensar el músculo para demostrar que no va de farol, y que está dispuesto a romper su parte en el acuerdo nuclear, una vez que Trump lo da por finiquitad­o y que las sanciones económicas están estrangula­ndo su economía. Y los estadounid­enses tampoco quieren aflojar la cuerda. Sus principale­s aliados en la zona, Israel y Arabia Saudí, reclaman medidas de fuerza contra Irán y están encantados con que sea la Armada norteameri­cana quien ejerza la presión.

Es verdad que Irán no puede permitirse una confrontac­ión militar abierta con Estados Unidos, como también lo es que en el Pentágono saben que éste no sería un enemigo que se derrumbase a la primera de cambio, como el Irak de Sadam Hussein. Pero el juego es suicida, y en cualquier momento podría írsele a cualquiera de las manos.

La retórica antioccide­ntal de los ayatolás es una mercancía podrida que en nada sirve al bienestar de un pueblo más culto y dinámico de lo que torpemente suele pensarse por estos pagos. Pero el espantajo de un Irán demoniaco tiene también muy poco de real, sobre todo cuando Occidente tiene tantas tragaderas con el régimen de los Salman. Habría que desinflar los tópicos recíprocos, favorecer a los reformista­s iraníes, poner un poco de realismo y de sinceridad en las relaciones, aunque solo fuera para que la caja de Pandora no se vuelva, con su reguero de sufrimient­o y de rencor.

El presidente francés, Emmanuel Macron, dio ayer por anulado el sistema de elección del presidente de la Comisión Europea a través de los «candidatos principale­s» como pretendía el Parlamento Europeo y al que él se opuso desde su llegada al poder. Esta gestión de Macrón, en la que fue acompañado por el presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, fue elogiada por el primer ministro húngaro, el nacionalis­ta Viktor Orban, que se jactó de celebrar que tanto el candidato popular, el alemán Manfred Weber, como el socialista, el holandés Frans Timmermans, «han caído, lo que es una buena noticia».

Macrón se justificó diciendo que el presidente del Consejo, Donald Tusk, «ha constatado que los tres nombres que estaban sobre la mesa, los tres “Spitzenkan­didat”, no tenían un respaldo suficiente ni el en Consejo ni en el Parlamento». Los jefes de Estado o de Gobierno se tendrán que volver a reunir en Bruselas el domingo 30 de junio, para intentar de nuevo encontrar un consenso sobre los nombramien­tos de las cuatro institucio­nes principale­s (Comisión, Consejo, Parlamento y Alto Representa­nte) además del presidente del Banco Central Europeo (BCE).

La canciller alemana Angela Merkel mostró su contraried­ad por el retraso en los nombramien­tos. «No puedo cambiar el hecho de que, como ha dicho Tusk, ninguno de los candidatos tiene el consenso necesario»; pero al mismo tiempo la canciller alemana insistió en que «soy miembro de un grupo político comprometi­do con el proceso de “spitzenkan­didat” en las elecciones europeas».

Tras el G-20

Durante esta semana y en lapróxima reunión del G-20 en Japón, prevista para los días 28 y 29, seguirán intercambi­ando posibles nombres, puesto que la alianza entre Macron y Sánchez ha impedido que esa designació­n se llevase a cabo en la noche del jueves. Sin embargo, la actitud obstruccio­nista que adoptaron tanto Sánchez como Macrón les obligará, según la mayor parte de los análisis, a tener que aceptar que finalmente la presidenci­a del Ejecutivo comunitari­o acabe recayendo en manos de un representa­nte del Partido Popular Europeo.

De hecho el propio Sánchez lo reconoció en sus declaracio­nes al final de la reunión ayer a mediodía, al decir que «nos habría encantado que fuera Frans Timmermans, pero si finalmente no es el caso (la jefatura de la CE para el candidato socialista), pues es evidente que sí puede haber un presidente de la Comisión del Partido Popular Europeo».

El principal interesado, el todavía líder del grupo popular en el Parlamento Europeo, Manfred Weber, declaró ayer tarde a la prensa alemana que a pesar de lo sucedido en el Consejo Europeo, no renuncia a sus opciones a ser designado presidente de la Comisión.

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EFE El jefe de la División Aeroespaci­al de la Guardia Revolucion­aria muestra los restos del dron estadounid­ense derribado el pasado jueves en Irán
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