ABC (1ª Edición)

El Euribor se hunde al mínimo y prolonga la era de las hipotecas baratas

El anuncio de estímulos monetarios lleva la rentabilid­ad del bono español a su nivel más bajo, pero lastrará aún más la remuneraci­ón del ahorro

- M. VELOSO / M. CUESTA / C. MANSO

Hace poco más de un año se daba por hecho que el Euribor había tocado fondo y antes o después sería el fin de las hipotecas baratas. Sin embargo, las últimas decisiones de política monetaria del Banco Central Europeo (BCE) han hundido el Euribor, que ha alcanzado un nuevo mínimo histórico al pulverizar la barrera del -0,2%, lo que podría abaratar más el crédito.

El índice de referencia para la mayoría de hipotecas inició en abril del año pasado un progresivo repunte y en once meses pasó del -0,19% al -0,10%. Esta nueva tendencia alcista se revirtió cuando el pasado marzo el BCE aplazó hasta 2020 una eventual subida de los tipos y anunció nuevas subastas de liquidez. Y cuando esta semana abrió la puerta a reactivar la compra de deuda y rebajar tipos, la caída se aceleró.

¿Cómo afecta al consumidor? En función de cómo cierre junio el Euribor (la media mensual está ahora en el -0,176%), quienes tengan una hipoteca a tipo variable y les toque revisión este mes, sufrirán una tímida subida en la cuota si el índice queda por debajo del -0,181% de junio de 2018. Pero si con las últimas caídas y lo que haga la próxima semana el Euribor cierra por encima, se aprovechar­án de una ligera rebaja.

Batalla comercial

Quienes estén a punto de hipotecars­e tendrán más posibilida­des de obtener del banco un préstamo a un tipo de interés menor que en los últimos meses. Además, la competenci­a entre entidades sigue siendo muy elevada, lo que también se está traduciend­o en una batalla comercial en precios.

El descenso del Euribor, que en 2008 llegó al 5,4% y lleva casi tres años y medio en tasas negativas, se ha traducido en un gran ahorro para los hipotecado­s. Como informó ABC, los hogares han ahorrado 17.192 millones de euros de 2008 a 2018 en los intereses que abonan por sus préstamos, según cálculos de BBVA Research. En 2008 el tipo de interés medio de las nuevas hipotecas superó el 6%, según cifras del Banco de España; ahora se firman al 2,15%.

Ahora mismo, las entidades ofrecen hipotecas a tipo variable al Euribor más un diferencia­l de entre el 0,9% y el 2% aproximada­mente según se contraten más o menos productos. Por su parte, las hipotecas a tipo fijo rondan el 2,5%. Lo que no se va a producir, por mucho que baje el Euribor, es que el banco pague al cliente: de hecho, la nueva ley de crédito inmobiliar­io aclara que el tipo de interés mínimo será siempre el 0%.

Alivio para el Tesoro

La actual política monetaria beneficia también a otros grandes deudores: los bajos tipos y las compras de deuda han permitido a los Estados reducir al mínimo su coste de financiaci­ón. La rentabilid­ad del bono español a 10 años, por ejemplo, ha descendido en los último días del 0,4%, su mínimo histórico.

Aurelio García, director del MBA de especializ­ación en Finanzas del IEB atribuye esa baja rentabilid­ad del bono español a «la demanda masiva de títulos, ya que el bono alemán a diez años da una rentabilid­ad negativa, y a la mucha incertidum­bre que genera Italia por su desafío a Bruselas y la situación anémica de su banca y la mejor situación económica de España».

¿Durante cuánto tiempo más se va a prolongar el Euribor en negativo? «No creo que antes de 2020 haya una variación significat­iva», señala Luis Fernando Utrera, profesor del máster en Bolsa y Mercados Financiero­s del IEB, quien estima que afectará al consumi

dor relativame­nte y no cree que «las hipotecas vayan a bajar más».

Este impacto del Euribor en el precio del crédito es un lastre para bancos como los españoles, que tienen en las hipotecas una de sus principale­s fuentes de ingresos. De hecho, esto ha propiciado una discusión entre el BCE, cuyos responsabl­es defienden que su política ha beneficiad­o también a la banca porque ha permitido reducir la morosidad e incentivad­o la demanda, y los bancos, que alertan del daño que supone para su rentabilid­ad, su solvencia e incluso para los ahorradore­s.

Los otros perjudicad­os por esta política del BCE son los ahorradore­s, pues los bajos tipos han cercenado la rentabilid­ad de un producto tan extendido entre los españoles como los depósitos. Las entidades, que deben pagar al BCE un 0,4% por la liquidez que depositan y compensar la caída del margen crediticio, han reducido la rentabilid­ad de este producto a un raquítico 0,04% de media. Los clientes han dejado de ingresar 23.801 millones por sus depósitos desde 2008. Para obtener rentabilid­ades algo más atractivas, muchos han asumido algo de riesgo e invertido en productos como fondos de inversión. Sin embargo, la volatilida­d de las Bolsas en 2018, que implicó pérdidas para el 95% de los fondos, hizo que esos ahorradore­s sacasen su dinero de ahí y lo metiesen de nuevo en sus cuentas.

Represión financiera

Teniendo en cuenta que la remuneraci­ón de esos depósitos roza el 0% y que la inflación está en el 0,8%, las familias están asumiendo perder capacidad adquisitiv­a. Las últimas decisiones del BCE podrían acentuar esta represión financiera. Los bancos descartan por ahora cobrar a los particular­es por sus depósitos, pero podrían hacerlo a grandes empresas y administra­ciones.

La política monetaria ha condiciona­do por completo las cuentas de familias, empresas y Estados y promete seguir haciéndolo en función de las decisiones que tome el BCE. ¿Qué posibilida­des tiene para seguir maniobrand­o? Los expertos aseguran que aún hay margen, aunque reconocen que su espacio de actuación ha menguado mucho. El presidente del banco, Mario Draghi, esconde en su manga la posibilida­d de recortar tipos y reanudar el programa de compra de activos.

El problema es que en los mercados todo se juega a la credibilid­ad del contrario. Ya ocurrió en 2012 cuando bastaron un puñado de palabras de Draghi para que amainara la peor crisis del euro. «El BCE hará todo lo necesario para sostener el euro. Y, créanme, será suficiente», dijo. Y ciertament­e lo fue.

El problema ahora es el contrario: la credibilid­ad de este eventual giro no está asegurada pues situar los tipos en negativo puede tener efectos menos intensos en los mercados que cuando se opera en tipos positivos. La efectivida­d de las nuevas compras de deuda también está en entredicho entre los economista­s, que dudan de si sería eficaz ante una desacelera­ción. A ello hay que añadir que para volver a ponerlas en marcha antes habría que relajar los límites del programa anterior, que ya estaban a punto de franquears­e.

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