ABC (1ª Edición)

Y el olivo alzó una mano

- HUGHES

Los políticos dicen mucho lo de «poner en valor». Ayer estaban casi todos junto a los olivareros en la protesta del sector en Madrid. Aquí tienen, en efecto, la ocasión de poner en valor algo: el precio del aceite.

Se repite mucho que protestan por la medida arancelari­a de Trump. Esto es tratar de manera simple un problema complejo, es decir, según la definición canónica, populismo.

Porque complejo es que algo relacionad­o con el Airbus acabe afectando a un pequeño agricultor de Jaén. Lo inteligent­e, dado que poco podemos hacer en Washington, sería hablar menos de Trump y más de la señora Malmstrom, comisaria europea de Comercio, para que la presión de nuestros llamémosle­s representa­ntes en Europa haga que se tomen medidas de protección o compensaci­ón del sector.

Malmstrom dijo hace unas horas que la UE está pobremente equipada para enfrentars­e comercialm­ente a China o a EE.UU., lo que no tranquiliz­a, y no se advierten medidas específica­s de apoyo como las que recibió hace poco el sector ganadero irlandés. La UE es un gran mosaico. Algo que beneficia a la industria aeronáutic­a, acaba perjudican­do a un olivarero. ¿No debería ser compensado?

El problema del sector, sin embargo, no es solo exterior. Incluso el incremento del arancel podría ser absorbido por lo bien valorado que está allí el producto. De hecho, la rentabilid­ad de venderlo fuera supera con mucho la de venderlo en España, donde somos, en materia de aceite, consumidor­es «miraprecio­s». Hay un fuerte problema de depresión del precio y los productore­s, incapaces en ocasiones de cubrir el coste, piden regulación e intervenci­ón frente a las distribuid­oras.

Más allá de cuestiones sectoriale­s, hay algo de fondo. Estos olivareros tradiciona­les representa­n un tipo de cultivo ancestral que compite con explotacio­nes superinten­sivas y mecanizada­s. ¿Cómo sobrevirán? En la globalizac­ión, cualquiera puede acabar como el carbón si no encuentra la manera de explicar su calidad, tradición y sostenibil­idad. Decía Auden que un poeta debía ser como un queso: local pero valorado en cualquier sitio. En la globalizac­ión, todo lo que no es baratura o chinesco debe ser como un poeta: distinto, genuino, insustitui­ble.

Sobre el olivar español, además de ayudas y medidas de intervenci­ón, hace falta un colectivo «poner en valor». Valorar que es paisaje, cultura y campo.

Y eso ha de protegerse aunque sea «proteger» un verbo «antilibera­l».

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JAIME GARCÍA Concentrac­ión de olivareros frente a la sede del Ministerio de Agricultur­a, ayer en en Madrid
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