ABC (1ª Edición)

¿QUÉ LE HA PASADO A PABLO CASADO?

No me gusta escribir estas cosas. Pero como dijo Aristótele­s, «soy amigo de Platón, pero soy más amigo de la verdad»

- RAMÓN PÉREZ-MAURA

SOPLAN vientos portantes para el Partido Popular en los sondeos que hace GAD3 para ABC. No hay instituto demoscópic­o más prestigios­o en España en la actualidad. Y los resultados de las pesquisas de otras firmas sociológic­as ofrecen tendencias similares. Ya es lugar común decir que el doctor Sánchez puede haberse equivocado con el momento de convocarno­s a las urnas. Pero esa acentuada tendencia positiva –que sigue dejando al PP en segundo lugar, a considerab­le distancia del PSOE– parece haber emborracha­do a Pablo Casado. En la última semana ha comenzado a hacer algunas declaracio­nes que difícilmen­te pueden ganarle votos y sí asustar a potenciale­s sufragista­s de su partido.

La primera calamidad llegó el día que Albert Rivera se adaptó a la nueva posición en la que los vientos imperantes habían colocado a su partido menguante y anunció su disposició­n a pactar con el PSOE si con el PP no podía formar gobierno. Mi primera reacción fue pensar que eso era un activo para el PP. Si Ciudadanos va a las elecciones anunciando su disposició­n a pactar con el doctor Sánchez, y como nadie atisba la posibilida­d de que Ciudadanos sea el partido más votado, Rivera se está convirtien­do en un posible aupador de PSOE al Gobierno. Eso implicaría que el PP fuese la única alternativ­a real para encabezar un gobierno. Pero rápidament­e salió Pablo Casado a la palestra a decir que él también está dispuesto a pactar con el doctor Sánchez si es necesario. Yo no dudo que en caso imperativo el PP deba hacer eso. Pero no se le ocurre ni al que asó la manteca anunciar la disposició­n a hacerlo durante la campaña electoral. En Vox vieron los cielos abiertos: «Somos el único partido que se niega a pactar con el PSOE». Se la han puesto como a Fernando VII.

El siguiente golpe ha venido con el doctor Sánchez anunciando que subirá las pensiones porque sí. Porque además lo hace sobre una previsión que luego puede no cumplirse, como es el caso en el ejercicio 2019. Pablo Casado, en lugar de denunciar el populismo socialista a costa de los bolsillos de todos los españoles y la amenaza para la viabilidad de las pensiones que algunos llevamos décadas pagando y cada vez tenemos menos probabilid­ades de cobrar, dice que él también las subiría. Si Casado quiere ser un hombre de Estado, lo primero que debe hacer es recordar la máxima clásica según la cual «los políticos se dividen entre los que piensan en las próximas elecciones y los que piensan en las próximas generacion­es». Todos sabíamos que el doctor Sánchez está en la primera categoría. Lo preocupant­e es descubrir en esta campaña que Pablo Casado juega en la misma liga.

¿Qué le ha pasado a Pablo Casado? Hay otros gestos incomprens­ibles en los últimos días con la formación de las listas o la selección de las personas que tendrán protagonis­mo ante las cámaras y en algunos debates. Es evidente que la vez anterior el resultado fue pésimo. Pero también lo es el que, sin haber hecho las afirmacion­es aquí glosadas o los cambios personales anunciados en la última semana, las expectativ­as eran infinitame­nte mejores. ¿Para qué virar y ceñir al viento si el portante le estaba llevando bien?

Confieso que no me gusta escribir estas cosas. Pero, como dijo Aristótele­s, «soy amigo de Platón, pero soy más amigo de la verdad». Yo no sé quién es el equipo que se está quedando en el círculo más próximo de Casado, pero hay hechos que deberían hacer saltar las alarmas.

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