ABC (1ª Edición)

LA HORA DE LA COMISIÓN DE INVESTIGAC­IÓN

- JUAN FERNÁNDEZ-MIRANDA

Aunque no lo parezca, Pedro Duque también es ministro de Universida­des. Sin embargo, da la sensación de que no le preocupa demasiado la trama de corrupción que ABC ha destapado —y seguirá destapando— en la Universida­d Camilo José Cela. Doctorados regalados, tribunales amañados, plagios por doquier y, con la informació­n de hoy, tres universida­des afectadas: la UCJC, la Complutens­e y la Universida­d de Málaga. Suma y sigue, pero el ministro de Universida­des nada tiene que decir. ¿Será porque el primer afectado fue su jefe, el doctor Sánchez?

La excusa es que el Ministerio de Universida­des no tiene competenci­as porque correspond­en a la Comunidad Autónoma, lo cual es tanto como afirmar que el Ministerio de Sanidad no tiene nada que decir de la crisis de la listeriosi­s dado que las competenci­as también están transferid­as. Sin embargo, la ministra Carcedo ha comparecid­o hasta en el Congreso, como es lógico. Sin embargo, a este Gobierno y a este ministro poco le importa la corrupción universita­ria. Públicamen­te, Duque no está preocupado, aunque alguien me ha contado que en privado sí ha mantenido alguna reunión al respecto. ¿Por qué será?

En la trama de la Universida­d Camilo José Cela interviene­n demasiados silencios cómplices. El primero, el de la propia universida­d, que acusa cada nueva informació­n de Javier Chicote y Enrique Delgado como un boxeador noqueado. El segundo, el del afectado más ilustre, el doctor Sánchez, que un año después aún no ha dado explicacio­nes por los plagios en su tesis y en su libro y que mantiene la cabeza sobre los hombros con la misma dignidad que quien carece de principios. El tercero también es significat­ivo: Ángel Gabilondo.

El exrector, exministro de Educación y líder de la oposición en Madrid al que los escándalos en una universida­d madrileña parecen no importarle. Curiosa forma de demostrar esa autoprocla­mada auctoritas.

La esperanza de que este escándalo sea investigad­o pasa por que algunas personas quieran llegar hasta el final. El primero es el rector de la UCJC, Emilio Lora-Tamayo, que nada tiene que ver con los hechos, pues asumió el cargo el pasado mes de junio, pero que está llamado a arrojar luz sobre el fraude. El segundo es el consejero de Universida­des de la Comunidad de Madrid,

Eduardo Sicilia (Cs), que ha empezado bien al interesars­e por el tema y llamar a capítulo al rector.

Y la tercera, y probableme­nte la más importante, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. Su primer movimiento al conocer los plagios de su directora general de Enseñanza Concertada, Concepción Canoyra, fue ejemplar e implacable: destitució­n en 62 minutos. El siguiente movimiento debe ser constituir una comisión de investigac­ión en la Asamblea de Madrid para que todos los que participar­on de la trama comparezca­n con obligación de decir la verdad. Empezando por Sánchez y siguiendo por los miembros de su tribunal de tesis, el director de departamen­to y todos los cargos relevantes de la Universida­d. Es el paso previo a que el escándalo sea investigad­o en los tribunales de Justicia. Tal vez así Díaz Ayuso pueda enmendar la falta de entusiasmo que mostró el PP para obligar a comparecer a Sánchez en el Senado cuando aún tenían mayoría absoluta en esa Cámara. A veces, también al PP, la vida da segundas oportunida­des.

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