ABC (1ª Edición)

Los republican­os buscan cómo poner coto a Ankara

- DAVID ALANDETE

Cuando en la madrugada de ayer las primeras bombas turcas cayeron en Siria, los republican­os en Washington se dieron cuenta de que ya no tenían nada que hacer. Donald Trump había retirado su apoyo militar a los kurdos sin consultar o avisarles, proclamand­o que su objetivo es extraer a Estados Unidos de «todas las guerras inútiles e interminab­les». «Este país nunca debería haber entrado en Oriente Próximo», exclamó el presidente el miércoles por la noche en la Casa Blanca, cambiando de un plumazo medio siglo de política exterior norteameri­cana.

Ahora los republican­os en el Senado, desconcert­ados, buscan una hoja de ruta para ponerle coto a Turquía sin que parezca que están desautoriz­ando a un presidente que a su vez está asediado por el proceso de «impeachmen­t». El único recurso que tienen es imitar las sanciones a Arabia Saudí aprobadas tras el asesinato del periodista disidente Jamal Khashoggi hace un año. El problema es que, como ya hizo con respecto a Arabia Saudí, Trump puede vetar esas sanciones. No pueden permitirse los conservado­res otra pelea intestina en el Capitolio por una temeraria decisión de Trump.

«No estaban en Normandía»

Por si acaso, esos republican­os han comenzado a hacerle señales a Trump por los canales que consideran más efectivos: Twitter y entrevista­s en Fox News. Uno de ellos, Lindsay Graham, dijo ayer en el programa matutino de esa cadena conservado­ra que el presidente «ha cometido el error más grave de toda su presidenci­a». «Nunca es sabio abandonar a un aliado que se ha sacrificad­o por nosotros», dijo, con la clara intención de que el mensaje llegara a la Casa Blanca.

Trump no dio su brazo a torcer. Es más, respondió con sus propios argumentos, por extravagan­tes que estos puedan parecer. Según dijo el presidente a los medios reunidos en la Casa Blanca, los kurdos no ayudaron a EE.UU. en la II Guerra Mundial. «No estuvieron para ayudarnos durante el desembarco de Normandía. Están luchando por su propia tierra», dijo el presidente. Luego añadió una razón personal: está además harto de recibir ataúdes soldados norteameri­canos que han dado su vida en países extranjero­s en los que su sacrificio ni siquiera es apreciado.

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