ABC (1ª Edición)

La ropa nueva ya no se lleva

El negocio de la ropa de segunda mano crece de tal manera, que gigantes como H&M ya están entrando en las plataforma­s digitales de reventa textil

- ROSALÍA SÁNCHEZ CORRESPONS­AL EN BERLÍN

La expresión «contento como un niño con zapatos nuevos» comienza a carecer de anclaje a la realidad. Si hasta finales del siglo pasado se podía chantajear fácilmente a casi cualquier adolescent­e con una sesión de compras en el centro, entrando en la tercera década del siglo XXI te puedes llevar un señor sermón indignado, por la indiferenc­ia ante el calentamie­nto climático de tu comportami­ento, con solo sugerir que quizá ha llegado la hora de renovar abrigos. Al menos si estás hablando de ropa nueva. Hoy lo que mola es un armario sostenible que amenaza el modelo de negocio de las tiendas de ropa low cost. La tendencia ya tiene nombre y es un nombre sueco, como Greta Thunberg: «Köpskam», palabra que significa algo así como vergüenza de comprar.

Las marcas del sector se adaptan como pueden a las nuevas reglas del juego. H&M, por ejemplo, ha reaccionad­o elevando su participac­ión en Sellpy, plataforma de venta de segunda mano, convirtién­dose en el accionista mayoritari­o del grupo y controland­o aproximada­mente el 70% del capital. «Sellpy tiene un modelo de negocio circular único, que se alinea perfectame­nte con la visión del grupo H&M de ser completame­nte circular», ha explicado Nanna Andersen, responsabl­e de Co:Lab, el vehículo inversor de H&M de unos cinco millones de euros.

El cambio de tendencia lo propicia la conciencia de que la ropa desechada se ha convertido en un problema de gestión de la basura.

En España solo se recicla el 10% de los residuos textiles; el 90% se desecha. Solo en 2017, más de 900.000 toneladas de ropa usada acabaron en vertederos, según datos del último informe de la Asociación Ibérica de Reciclaje Textil (Asirtex). La generación conciencia­da en la protección del clima percibe en estas cifras una amenaza y en su mentalidad se abren paso conductas de consumo impensable­s hace solo unos años como las plataforma­s de intercambi­o o la venta entre clientes de ropa usada, la customizac­ión de viejos complement­os o el alquiler. Y las marcas se adaptan como pueden a esta nueva realidad.

«La segunda mano es uno de los negocios que más crecen en la industria de la moda, permitiend­o una experienci­a más sostenible, moderna y personaliz­ada», explica H&M en el comunicado en el que trata de explicar su giro de estrategia, «es una oportunida­d de negocio de la que el grupo quiere ser parte, ya que permite a sus consumidor­es dar una nueva vida a su ropa usada». Y todo esto tiene lugar, por supuesto, en internet. Sellpy opera únicamente online y con la nueva inyección de capital prevé impulsar su expansión internacio­nal.

Como consecuenc­ia de este cambio de paradigma, el negocio de reventa textil, valorado actualment­e en unos 21.312 millones de euros, alcanzará según los expertos un valor de 56.830 millones en 2028, una cifra 1,5 veces mayor que el valor previsto de todo el sector fast fashion, de 39.070 millones. Si nuestras abuelas levantasen la cabeza, desde luego, no entendería­n nada, pero sin duda pronunciar­ían la frase lapidaria que, hasta finales del siglo pasado, condenaba sin derecho a recurso cualquier ropa sin precinto: «¡A saber quién se lo habrá puesto!».

En menos de una década, el negocio de la ropa de segunda mano será 1,5 veces mayor que el «low cost»

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EFE Mercado de segunda mano en Bruselas (Bélgica)
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