ABC (1ª Edición)

TREGUA EN LA GUERRA COMERCIAL ENTRE EE.UU. Y CHINA

Trump aplaza la implantaci­ón de aranceles millonario­s y el gigante asiático comprará más productos a los agricultor­es y ganaderos estadounid­enses

- DAVID ALANDETE CORRESPONS­AL EN WASHINGTON

Estados Unidos y China se dieron ayer una tregua en su guerra comercial y una tanda de aranceles millonario­s que iban a entrar en vigor el martes han quedado aplazados, apaciguand­o el temor a un efecto negativo sobre la inflación precisamen­te en la recta final hacia la campaña de compras navideñas. El presidente norteameri­cano, Donald Trump, en persona intervino al término de una intensa ronda de dos días de negociacio­nes en Washington para autorizar el acuerdo que más que una resolución al conflicto es un cese temporal de hostilidad­es comerciale­s.

Según lo describió el presidente estadounid­ense en el Despacho Oval, se trata de un «acuerdo sustancial» que incluye el compromiso de China de importar entre 40.000 y 50.000 millones de dólares (entre 36.000 y 45.000 millones de euros) a los ganaderos y agricultor­es estadounid­enses y un pacto en materia de propiedad intelectua­l. «Esto me hace tenerle mucho respeto al presidente Xi [Jinping]», dijo Trump.

La principal concesión del Gobierno de China, según reveló ayer la Casa Blanca, es comprar más productos agrícolas a EE.UU., una de las principale­s demandas de Trump. A cambio, el presidente norteameri­cano se compromete a aplazar una nueva ronda de impuestos sobre las importacio­nes de China que iban a entrar en vigor entre el 15 de octubre y el 15 de diciembre.

Es la primera tregua significat­iva en los 15 meses de conflicto comercial, aunque ya en agosto la Casa Blanca, como gesto de buena voluntad, aceptó aplazar algunos de los aranceles sobre artículos como teléfonos, ordenadore­s, pantallas, juguetes, ropa y zapatos.

Garantía definitiva

Como muestra de la importanci­a de estas negociacio­nes para China, el viceprimer ministro Liu He, principal responsabl­e de la política económica y comercial de ese país, aceptó viajar el jueves a Washington para esta última ronda. Trump quiso recibirle personalme­nte ayer en la Casa Blanca para darle garantías de que cualquier acuerdo entre ambas partes será definitivo.

En la red social Twitter, el presidente norteameri­cano aclaró que no tiene la obligación de someter los tratados comerciale­s a la ratificaci­ón del Capitolio. «Cuando tengamos negociado el acuerdo, lo firmaré yo en representa­ción de nuestro país. ¡Rápido y claro!», dijo el presidente.

La semana próxima EE.UU. iba a aumentar los aranceles sobre productos chinos en un 5%. Adicionalm­ente, el 15 de diciembre iba a entrar en vigor otra tanda de un 10% sobre bienes como teléfonos móviles, ordenadore­s portátiles, consolas de videojuego­s, ropa y calzado. En total los aranceles prometidos por Trump iban a afectar a bienes chinos por un valor estimado de más de 500.000 millones de dólares (450.000 millones de euros al

cambio actual). Tanto los mayoristas como los minoristas de EE.UU. habían advertido desde verano de que las primeras fases de esos impuestos están comenzando a notarse en un alza de los precios, algo que puede tener un grave efecto sobre la inflación en la campaña de Navidad. Las patronales han instado a Trump a desistir de esta guerra comercial, recordando que los aranceles repercuten sobre quien importa, y no sobre quien vende.

A pesar de las airadas protestas por el trato que le ha deparado Trump, China nunca se ha retirado completame­nte de la mesa de negociacio­nes comerciale­s. Es cierto que en agosto Pekín aprobó una primera ronda de aranceles sobre productos norteameri­canos de entre 5% y el 10% y por valor de 75.000 millones de dólares, en respuesta a dos rondas previas dictadas por Trump. El presidente norteameri­cano reaccionó ordenando a su vez un aumento automático de sus propios aranceles en un 5%.

Balance negativo

Lo cierto es que la guerra comercial abierta con China no le está dando a Trump los resultados que esperaba. El balance comercial registrado en agosto entre ambos países sigue siendo negativo para EE.UU., y de hecho está por encima del que se registró en los primeros meses del año. Solo en ese mes, EE.UU. compró a China bienes por un valor estimado de 41.000 millones y apenas vendió a ese país 9.400 millones. En lo que va de año el déficit comercial de EE.UU. con respecto a China es de 231.000 millones de dólares. El del año pasado ascendió a 419.000 millones.

Fuera del principio de acuerdo sellado ayer quedan algunos de los principale­s problemas que llevaron a Trump a comenzar esta guerra comercial, como el espionaje industrial, el robo de patentes, la manipulaci­ón del cambio monetario y los subsidios estatales a las exportacio­nes. Estos deberán resolverse, si se resuelven, en una nueva ronda de contactos. De todos modos, Trump no quiso centrarse ayer en los desafíos y proclamó que «con China están sucediendo cosas muy buenas».

Los mercados aplauden

Lo cierto es que la tregua fue bien recibida por los mercados. En cuanto se anunció el principio de acuerdo, el Dow Jones ascendió un 1,8%; el índice S&P otro 1,8% y el Nasdaq un 2%. Según dijo el secretario del Tesoro (ministro de Economía) norteameri­cano, Steven Mnuchin, «los mercados no se suelen equivocar en sus reacciones, ya que estas negociacio­nes han tenido un buen resultado».

En previsión de estos contactos, China ha aumentado la compra de productos norteameri­canos, según las últimas cifras del departamen­to comercial del Gobierno norteameri­cano. Las importacio­nes ganaderas y agrícolas habían caído en meses recientes como un efecto inmediato de la guerra comercial. Según los datos de comercio hechos públicos el jueves, en una sola semana de septiembre China importó dos millones de toneladas métricas de soja y 130.000 de trigo, un aumento sustancial con respecto a las cifras de adquisicio­nes registrada­s este verano.

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REUTERS El presidente de EE.UU., Donald Trump, y el mandatario chino,Xi Jinping, se estrechan la mano

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