ABC (1ª Edición)

NEGOCIACIO­NES EN EL TÚNEL

El estatus económico y jurídico de Irlanda del Norte está en el centro de estas discusione­s secretas y restringid­as

- JOSÉ M. DE AREILZA

Los británicos han apurado hasta el último momento para presentar nuevas propuestas para un Brexit con acuerdo. Ha sido una decisión táctica, al igual que airear una semana antes ideas que gustaban a los conservado­res y a los unionistas irlandeses, como la doble frontera en Irlanda y en el Mar del Eire o el papel del parlamento regional de Stormont a la hora de decidir si se prorroga el puzzle aduanero ideado. Estos planes no convencían a los negociador­es de la Comisión Europea pero insuflaban ánimos a aquellos seguidores de Boris Johnson que no quieren saltar alegrement­e al precipicio del no acuerdo.

Tras la reunión en Liverpool entre los primeros ministros de Irlanda y Reino Unido, la negociació­n en Bruselas ha entrado en una fase de túnel. El equipo de Michel Barnier ha confirmado que se trabaja contrarrel­oj para intentar llevar una propuesta de acuerdo al Consejo Europeo de la semana que viene. Es más que probable que el status económico y jurídico de Irlanda del Norte sea el centro de estas discusione­s secretas y restringid­as. Si Londres cede y acepta que su región irlandesa siga dentro de la unión aduanera comunitari­a, los 27 Estados miembros pueden llegar a bendecir un pacto in extremis.

El resto del acuerdo de retirada de Theresa May (dinero, derechos de los ciudadanos y otros elementos del período transitori­o) se ensamblarí­a con la solución norirlande­sa. Ésta, a su vez, crea varios problemas. Se mantendría la libre circulació­n de mercancías en la isla, pero habría que garantizar la integridad del mercado interior europeo con una frontera intra-británica entre el Ulster y Gran Bretaña hasta ahora inexistent­e. En la Cámara de los Comunes el giro pragmático del primer ministro podría llevar al primer ministro a tener que apoyarse de urgencia en escaños laboristas pro-Brexit y se ahondaría aún más la división entre los conservado­res. El Parlamento Europeo, además, tendría que dar su aprobación. Como hemos visto con el rechazo a la candidata francesa a la Comisión, es una Cámara más impredecib­le que nunca, dispuesta a enseñar los dientes. En pocos días veremos lo que sale del túnel.

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