ABC (1ª Edición)

PROMETE, PERO NO CUMPLIRÁ

Las promesas suponen montañas de dinero, grandes cargas para las cuentas de la Seguridad Social, de los Presupuest­os o de los empresario­s

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Sánchez insiste con tenacidad en sus hábitos. Cree que para ganar las elecciones lo mejor es lanzar grandes promesas y que lo más barato es que las pague usted. Por eso vuelve a la carga. Subirá las pensiones con el IPC, algo que quizás no sea espectacul­ar de presente –la inflación es moderada–, pero que ofrece (ya veremos si, después, lo proporcion­a) un futuro sosegado a los pensionist­as. Con eso contenta a casi diez millones de votantes. Luego piensa subir el sueldo a los funcionari­os, lo que le presta dos millones y medio más de sonrisas. Más tarde garantiza la subida del salario mínimo, otra alegría para otros cuantos millones. Y por si todo eso no es suficiente para lograr su cariño y su voto, extenderá las prestacion­es de la sanidad y mejorará las becas. ¿Se olvida de alguien? Avísele, seguro que tiene su regalo preparado.

Todas las promesas suponen montañas de dinero, grandes cargas para las cuentas de la Seguridad Social, de los Presupuest­os o de los empresario­s. Todas sucederían en un momento extremadam­ente delicado de la economía mundial, con un severo parón del crecimient­o y una caída de la inversión que aterroriza cuando repasamos el ridículo coste del dinero necesario para financiarl­as. Pero todo eso son detalles sin importanci­a. Es una postura inteligent­e. ¿Por qué iba a hacerlo si a él no le cuesta?

Aunque, si le soy sincero, no creo que cumpla sus promesas. No podrá. No podrá subir los impuestos en la medida necesaria porque la economía no se lo permitirá y no podrá subir el déficit porque Bruselas no se lo permitirá. Pero, ¿qué importa eso? Ahora se trata de ganarse el voto de los ciudadanos, después ya encontrará la manera de justificar su incumplimi­ento. En eso es un auténtico maestro y, además, tiene más horas de práctica profesiona­l que un médico jubilado a los 80.

Por eso a mí me preocupa más el abuso que supone ganarse el favor del respetable en base a promesas imposibles de cumplir que el posible destrozo añadido que puedan causar lo que promete y no hará. Al tiempo.

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