Mi cole es un iglú
Soy maestra de un colegio de Primaria en Sevilla. Este año, junto con muchos de los disfraces de Frozen que han dejado sus majestades, nos han regalado también un colegio iglú. Señores, se nos llena la boca hablando de la calidad del sistema educativo y la grandeza de sus profesionales, de las grandes dotaciones tecnológicas y de las miles de pizarras digitales que regalan todas las editoriales. Pero, me pregunto: ¿dónde están ahora todos esos consejeros y editoriales que tantas medallas se ponen?
En los colegios estamos pasando mucho frío. Pasamos una media de cinco horas sentados en plena corriente de aire y con temperaturas invernales. Estoy segura de que los niños no cogerán el Covid-19, pero, también por salud, sería necesario mejorar las condiciones de las aulas.
Toda la comunidad educativa ha hecho un gran esfuerzo para que el curso sea lo más llevadero posible. Acondicionamos los centros en septiembre; colocamos las clases con la distancia de seguridad que nos pidieron, como si de un puzle se tratara; hemos señalizado los pasillos y, en fin, hemos hecho todo lo posible por garantizar las mejores condiciones a esos niños por los que perdemos la cabeza si hace falta. Niños que también están demostrando cómo se hacen bien las cosas y que comprenden la importancia de la situación actual que estamos viviendo.
Pero ¿qué les ofrecemos a cambio? ¡Un colegio que es un iglú!
MARÍA GAMERO ALONSO
SEVILLA