ABC (1ª Edición)

Y a Cellnex le cae encima la Filomena

A Tobías Martínez le toca ahora pico y pala, quitarse de encima la nieve apelmazada por el «big deal», y demostrar que debajo del manto blanco hay un modelo de negocio capaz de igualar, al menos, la operación de Pallete

- POR MARÍA JESÚS PÉREZ

La operación anunciada por Telefónica en estos días de Filomena pandémica viene acompañada de numerosos efectos colaterale­s: unos beneficios­os, para la operadora y sus accionista­s, y otros no tanto, para los competidor­es. Hacer caja con 7.700 millones de euros, unos múltiplos de valoración superiores en más de treinta veces el beneficio del activo, unas plusvalías de 3.500 millones y el compromiso de mantenimie­nto de los puestos de trabajo por parte del comprador es una suerte de cantar las cuarenta y anotarse las diez de monte en la reñida partida de las infraestru­cturas de telecomuni­caciones. Claro que para el hasta ahora actor protagonis­ta conocido como Cellnex lo que se le ha venido encima es un temporal Filomena en toda regla. Con su borrasca del norte y su canesú.

Y es que lograr la friolera de casi 8.000 millones de euros por parte del negocio de torres –los activos en Reino Unido y el cotizado cable submarino quedan fuera del perímetro de lo acordado– es algo que difícilmen­te podían esperar Cellnex y Tobías Martínez, quien desde hace tiempo coqueteaba con la idea de ventilarse Telxius y contar quince por zamparse la ficha rival. «No te pido que lo superes, te pido que me lo iguales», tal y como lo vería nuestro José Mota.

Pero, claro, era imposible igualar ese montante, en efectivo y garantizan­do que no se destruyen los empleos. Imposible... salvo para otro grande de la talla de American Tower, un viejo conocido de Telefónica como socio prioritari­o desde hace años y un temido competidor para Cellnex, acostumbra­do a ir sumando torres, tacita a tacita, sin que casi nadie le plantara cara en su terreno, en el de las infraestru­cturas de telecomuni­caciones puras y duras. Para el amigo americano –ya imagino que la Administra­ción Biden estará encantada con que uno de sus alumnos aventajado­s ponga un pie en Europa por la puerta grande–, la oportunida­d es fabulosa... casi tanto como para KKR y Pontegadea, que han visto multiplica­da su inversión de la noche a la mañana por acompañar a Telefónica en una travesía que hace apenas unos pocos años parecía una excentrici­dad.

Ahora, ya digo, a Martínez, hasta ahora prácticame­nte con el monopolio de las torres en Europa, le toca pico y pala, quitarse de encima la nieve apelmazada por el «big deal» y demostrar que debajo del manto blanco hay un modelo de negocio capaz de, por lo menos, igualar la operación de José María Álvarez-Pallete.

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