La Universidad, contra los alumnos
Lo normal que puede ocurrir con un ministro ausente es que en su departamento se instale el desconcierto. Así está ocurriendo en muchas universidades donde los alumnos no saben muy bien a qué atenerse ante los vaivenes sobre, por ejemplo, cómo han de celebrarse los exámenes de este enero, que para unos serán presenciales y para otros podrán ser a distancia. Son numerosas las quejas de los estudiantes, entrampillados entre la imparable expansión del Covid y los efectos de Filomena en los lugares donde más fuerte ha sacudido la tormenta de nieve. Como viene siendo habitual en todo lo referido a la pandemia, el Gobierno opta por la llamada «opción Pilatos», que consiste en no hacer nada. En realidad, el ministro Castells es un pionero en no mover un dedo. Lleva un año en el cargo y no se le recuerda ninguna gestión de relevancia, además de permanecer en una especie de inquietante paradero desconocido. Y cuando aparece es para anunciar que no va a hacer nada. «No parece que sea necesario intervenir por nuestra parte», acaba de sentenciar el ministerio ante la polémica de la asistencia física a los exámenes y ha instado a los alumnos a que se dirijan a la consejería de Salud de su Comunidad. No es extraño el caos que sigue a esta irresponsable dejadez ministerial, de tal forma que deja la puerta abierta a sainetes como el de la Comunidad de Madrid, donde la Consejería de Educación dice lo contrario que la de Universidades.
Lo siguiente es meditar si con el virus de nuevo descontrolado (con más de 40.000 contagios en un solo día) es oportuno que comiencen miles de traslados a las aulas. Pero esa reflexión es esperar mucho de un ministro invisible al que solo le falta aparecer con una una camiseta con el lema «Pilatos vive».