El PSOE secunda a ERC Cataluña, capital Madrid
Para que los votantes les vayan perdiendo el miedo a las urnas y cogiendo confianza, la Generalitat catalana amplía desde el próximo lunes el horario de la hostelería regional y reabre los gimnasios. «Estamos empezando a dejar atrás el pico de la máxima presión asistencial de la tercera ola», dice el secretario general de Salud, que a diez días del 14-F ejerce de animador y relaciones públicas de una fiesta de la democracia que no termina de levantar pasiones en una región cuyo derecho a decidir prometía metas superiores y sensaciones más fuertes que la de elegir a un simple presidente regional. Los electores se lo están pensando –la suma de indecisos y abstencionistas llega al 49,9 por ciento, según el CIS de Tezanos, Sánchez e Illa– y una cuarta parte de los seleccionados para conformar las mesas electorales han recurrido su elección por miedo a contagiarse del Covid. El metacrilato de las urnas distribuidas en los colegios catalanes deja entrever el material sanitario y de protección que el personal de las mesas tendrá que utilizar para aislarse de la pandemia, pero nada está claro en Cataluña sobre un resultado cuyo carácter es cada vez más limitado, por doméstico. Incluso Oriol Junqueras sabe ya que donde cuentan ahora las papeletas es en Madrid, y también que la hoja de ruta y la mecánica del «procés» se trasladaron hace meses a La Moncloa. El voto favorable y entregado de los diputados socialistas permitió ayer que ERC sacara adelante en el Congreso una moción que aboga por la amnistía de los presos del 1-O y la autodeterminación como medios para «resolver el conflicto», o problema de convivencia, según el relato normalizador de Pedro Sánchez. En estas circunstancias, votar en Cataluña, con lo que pudo haber sido todo aquello, a cualquiera le sabe a poco. JESÚS LILLO