Barbarie en Barcelona
Vivimos en una sociedad poco educada y con la mentalidad muy enseñada a seguir la corriente de las masas sin hacerse preguntas al respecto. Las calles se llenan de quienes hacen llamarse ‘manifestantes’, que se dedican a destrozar mobiliario urbano, olvidando que son ellos, con su trabajo y sus impuestos, quienes los pondrán de vuelta en las calles; robando en tiendas sin ton ni son, sin pensar en sus dueños, no solo asfixiados por la crisis de la pandemia, sino que forman parte también de esta sociedad a la que creen que protegen y defienden; curiosa forma de hacerlo.
Y más allá de las formas, que creo simplemente que muestran una vez más a una población, si bien cansada, indudablemente poco preparada, moldeable e ingenua, lo peor es el trasfondo de todo esta problemática: altos cargos que hacen de todo menos su trabajo, población que va dando tumbos entre ideologías sin una mínima base económica y política, medios de comunicación que relatan verdades a medias, redes encendidas por titulares antes siquiera de leer la noticia completa...
Y no pretendo hablar sobre si la condena a Pablo Hasel es correcta o no, o sobre los muchos otros delitos que se le imputan, que nada tienen que ver con sus letras antimonárquicas y que, sin embargo, sí ha cometido. Simplemente espero que, como sociedad, todos aquellos que han salido a las calles enfadados porque han sentido sus derechos peligrar con esta condena se sientan igual de mal porque algunos partidos coarten las libertades y derechos básicos de algunos sectores de la población. Y, por supuesto, espero que mi libertad de expresión les parezca tan válida y respetable como la del Sr. Hasel aunque ésta no siga su corriente. MARINA DE LA PLAZA REIG BARCELONA