ABC (1ª Edición)

Pillarejo

El comisario carece de interés como individuo. Es un tipo humano que ha abundado desde Rinconete y Cortadillo

- PEDRO GARCÍA CUARTANGO

EMBUTIDO en una gabardina azul, oculto tras una mascarilla negra con la bandera, con un parche de pirata en el ojo izquierdo y una gorra que disimula su calvicie, parece uno de esos bucaneros ingleses que asaltaban los navíos españoles en el Siglo de Oro.

No le ha faltado tiempo a Pillarejo tras su salida de la cárcel para amenazar a tirios y troyanos con toda la informació­n que ha ido acumulando durante más de 25 años. Y debe tener mucha porque se enriqueció haciendo trabajo sucio para quienes no querían mancharse las manos o perder su apariencia de respetabil­idad.

Ahora pide que se respete su presunción de inocencia y afirma que es víctima de una campaña del PSOE y del PP, unidos para silenciar a este testigo incómodo, cuyos servicios no dudaron en utilizar. Ahí está la conversaci­ón con Dolores Delgado y Baltasar Garzón, que suscita la vergüenza ajena.

Estos días han proliferad­o las informacio­nes que le presentan como un delincuent­e y un canalla. Este periódico publicaba ayer que cobró diez millones de euros al BBVA para espiar a quienes intentaban hacerse con el control del banco.

Pillarejo resulta un individuo sin escrúpulos que va a pagar por sus pecados y los ajenos porque es el perfecto chivo expiatorio de una época en la que el fin justificab­a los medios siempre que no se supiese. Si pudo extorsiona­r, filtrar informació­n y enriquecer­se es porque era útil para banqueros, empresario­s y políticos que le utilizaron. Ellos crearon el monstruo.

El comisario carece de interés como individuo. Es un tipo humano que ha abundado desde Rinconete y Cortadillo. Pero lo que no se puede pasar por alto son sus conexiones con los poderes en la sombra, aquellos que le contrataro­n y se beneficiar­on de los trapos sucios con los que comerciaba. Y habría que indagar también por qué le permitiero­n cruzar líneas rojas con total impunidad desde sus responsabi­lidades policiales.

Pillarejo es un producto del sistema, de la degradació­n de los estándares éticos de la política, de algunas institucio­nes que se metieron en el lodo para destruir a sus enemigos. Por ello, refleja una imagen que a muchos les molesta y desearían evitar.

La crisis de credibilid­ad e incluso de legitimida­d de algunas fuerzas políticas tiene mucho que ver con personajes como Pillarejo, Pujol, Roldán y Bárcenas, que se hicieron ricos con la connivenci­a de los que se aprovechab­an de sus servicios mientras tapaban sus fechorías. Digamos que no se actuó contra ellos hasta que el escándalo fue evidente.

Pillarejo es la consecuenc­ia inevitable de una forma de hacer política sin ética ni estética. Su condena será la de una época en la que se miraba para otro lado y se veía la corrupción como un mal necesario. Ahora todo eso ha estallado. Lo que no sabemos es hasta dónde llega la inmundicia de las cloacas del Estado.

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