Pillarejo
El comisario carece de interés como individuo. Es un tipo humano que ha abundado desde Rinconete y Cortadillo
EMBUTIDO en una gabardina azul, oculto tras una mascarilla negra con la bandera, con un parche de pirata en el ojo izquierdo y una gorra que disimula su calvicie, parece uno de esos bucaneros ingleses que asaltaban los navíos españoles en el Siglo de Oro.
No le ha faltado tiempo a Pillarejo tras su salida de la cárcel para amenazar a tirios y troyanos con toda la información que ha ido acumulando durante más de 25 años. Y debe tener mucha porque se enriqueció haciendo trabajo sucio para quienes no querían mancharse las manos o perder su apariencia de respetabilidad.
Ahora pide que se respete su presunción de inocencia y afirma que es víctima de una campaña del PSOE y del PP, unidos para silenciar a este testigo incómodo, cuyos servicios no dudaron en utilizar. Ahí está la conversación con Dolores Delgado y Baltasar Garzón, que suscita la vergüenza ajena.
Estos días han proliferado las informaciones que le presentan como un delincuente y un canalla. Este periódico publicaba ayer que cobró diez millones de euros al BBVA para espiar a quienes intentaban hacerse con el control del banco.
Pillarejo resulta un individuo sin escrúpulos que va a pagar por sus pecados y los ajenos porque es el perfecto chivo expiatorio de una época en la que el fin justificaba los medios siempre que no se supiese. Si pudo extorsionar, filtrar información y enriquecerse es porque era útil para banqueros, empresarios y políticos que le utilizaron. Ellos crearon el monstruo.
El comisario carece de interés como individuo. Es un tipo humano que ha abundado desde Rinconete y Cortadillo. Pero lo que no se puede pasar por alto son sus conexiones con los poderes en la sombra, aquellos que le contrataron y se beneficiaron de los trapos sucios con los que comerciaba. Y habría que indagar también por qué le permitieron cruzar líneas rojas con total impunidad desde sus responsabilidades policiales.
Pillarejo es un producto del sistema, de la degradación de los estándares éticos de la política, de algunas instituciones que se metieron en el lodo para destruir a sus enemigos. Por ello, refleja una imagen que a muchos les molesta y desearían evitar.
La crisis de credibilidad e incluso de legitimidad de algunas fuerzas políticas tiene mucho que ver con personajes como Pillarejo, Pujol, Roldán y Bárcenas, que se hicieron ricos con la connivencia de los que se aprovechaban de sus servicios mientras tapaban sus fechorías. Digamos que no se actuó contra ellos hasta que el escándalo fue evidente.
Pillarejo es la consecuencia inevitable de una forma de hacer política sin ética ni estética. Su condena será la de una época en la que se miraba para otro lado y se veía la corrupción como un mal necesario. Ahora todo eso ha estallado. Lo que no sabemos es hasta dónde llega la inmundicia de las cloacas del Estado.