ABC (1ª Edición)

Medidas de seguridad extremas por temor al Covid-19

- P. M. DÍEZ

Con la reunión anual de su Parlamento orgánico, que congrega a casi 3.000 diputados venidos de todo el país, el régimen chino vuelve a sacar pecho de su control del coronaviru­s. El año pasado, el estallido de la epidemia en Wuhan obligó a aplazar dos meses la sesión plenaria de la Asamblea Nacional Popular y de la Conferenci­a Político-Consultiva del Pueblo Chino, órgano asesor que también reúne a otros 2.000 delegados. Este año, las ‘Dos Sesiones’ (’Lianghui’), como se denomina en mandarín a este cónclave, han recuperado su fecha habitual.

Para ello, se celebran bajo estrictos controles en el Gran Palacio del Pueblo de Pekín, el imponente edificio de estilo soviético enclavado frente al Museo Nacional en plena plaza de Tiananmen, junto a la entrada a la Ciudad Prohibida que preside el retrato de Mao. A las draconiana­s medidas de seguridad de siempre, que pretenden impedir las manifestac­iones de ‘peticionar­ios’ (agraviados por las injusticia­s del sistema), se suman esta vez los protocolos contra la enfermedad Covid-19.

Para ello, todos los diputados y delegados que han venido a Pekín han debido someterse a la prueba del coronaviru­s y, además, hacer cuarentena en sus habitacion­es de hotel hasta la inauguraci­ón de la Asamblea. Para evitar el riesgo de contagio, son trasladado­s en autobuses desde sus hoteles hasta el Gran Palacio del Pueblo. Menos el presidente Xi Jinping y el resto de la cúpula del régimen, todos los asistentes llevaban mascarilla en la apertura de la reunión.

Periodista­s y diplomátic­os

Las mismas restriccio­nes imperan para los periodista­s y diplomátic­os invitados, cuyo número ha sido reducido notablemen­te. Los reporteros y cámaras, tanto chinos como extranjero­s, han debido pasar los últimos 28 días en Pekín, como acreditan los códigos QR verdes de salud en sus móviles. Además, fueron recluidos en la víspera de la reunión en un hotel que hace de centro de prensa, donde se les hizo el test PCR y fueron encerrados en sus habitacion­es hasta el momento del traslado en autobús al Gran Palacio del Pueblo. Por su parte, los diplomátic­os extranjero­s fueron alojados la noche anterior en la residencia estatal de huéspedes de Diaoyutai, donde también fueron sometidos a la prueba del coronaviru­s y confinados en una habitación hasta la apertura de la Asamblea.

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