El caso Izpisua agita la academia católica
La polémica sobre la creación de quimeras de humano y mono no ocupa titulares, pero se desarrolla con vigor entre expertos que subrayan la implicación de una universidad cristiana
Una polémica con sordina recorre el mundo académico y los sótanos del catolicismo tras la publicación del último experimento liderado por el científico español Juan Carlos Izpisua. «Difícil de justificar en España», «de un gran virtuosismo» o «infracción muy grave» son algunos de los calificativos que ha recibido el trabajo de este biólogo que ha logrado crear embriones híbridos de hombre y macaco en el laboratorio.
El resultado de este malabarismo de la ciencia es un embrión que posee un 7 por ciento de material genético humano denominado quimérico. Un término que en la mitología griega designaba a seres con cuerpo de cabra, cola de serpiente o dragón y cabeza de león. Para crear su quimera, Izpisua transfirió células humanas a un embrión de macaco ‘exvivo’, es decir, que había crecido de forma artificial y fuera del cuerpo del animal. El resultado al microscopio fueron tres embriones –el resto no sobrevivieron– que a los 19 días de fecundación llegaron a alcanzar 10.000 células. En ese momento se destruyeron.
Financiación católica
Casi un mes después, un fuego sin llamas se ha propagado por despachos de científicos, claustros universitarios y sacristías católicas. El hecho es que Izpisua, además de formar parte del prestigioso Instituto Salk de Estados Unidos, también es catedrático de Biología de la Universidad Católica de Murcia (UCAM), que ha financiado parcialmente esta investigación. Además, otras dos profesoras de esta institución firman el polémico trabajo: Estrella Núñez Delicado y Llanos Martínez Martínez.
Este experimento podría suponer importantes avances en la observación del desarrollo de enfermedades como el cáncer o la producción de órganos. El cuerpo del animal funciona como algo similar a una incubadora donde se ‘crean’ órganos humanos. Una vía que sin duda reduciría las listas de espera de trasplantes. Según Izpisua, las quimeras son «realmente muy útiles para hacer avanzar la investigación biomédica». Su equipo afirma que consultó con expertos en bioética independientes, aunque en la parte de discusión del artículo –particularmente extensa– no se especifica cuáles fueron.
La investigación, «de un gran virtuosismo», como apunta el científico César Nombela, ha utilizado células madre adultas reprogramadas y no células embrionarias, algo que «salvaguarda el debate ético».
Esta salvedad es importante. La bioética y la doctrina católica condenan la utilización de células embrionarias. En el experimento, Izpisua reprogramó células humanas adultas para que actuasen como embrionarias. Les puso una especie de disfraz genético. El camino elegido por este albaceteño es retorcido y discutible aunque, de algún modo, sortea el mayor escollo con el que se podría haber topado.
Sin embargo, no está tan claro que el resultado final de la pirueta de Izpisua le haga quedar de pie. Como recuerda Nombela, se han creado embriones híbridos que son en un 7 por ciento humanos y «todo embrión es el origen de la vida». La revista ‘Nature’ publicó, una semana después de conocerse el experimento, un artículo en el que se plasman las dudas que suscitan el estado y la identidad resultante de los embriones mixtos. «Algunos sectores pueden
que se están creando entidades moralmente ambiguas», dice en el artículo Insoo Hyun, profesor de bioética y filosofía en la Universidad Case Western Reserve en Cleveland, Ohio.
Este embrión está levantando jaquecas en los círculos científicos. Federico de Montalvo, presidente del Comité de Bioética, asegura a este diario que el experimento «hubiese sido muy difícil de justificar en España». Este experto en derecho sanitario, que además imparte clases en la Universidad Pontificia de Comillas, incide en que existen en nuestro país dos leyes que harían muy difícil la puesta en marcha de un trabajo de tal calibre. La Ley para la Reproducción Asistida y la Ley de Investigación Biomédica consideran la «hibridación interespecífica», entre especies como el hombre y el mono, como una «infracción muy grave». Izpisua se desplazó a la Universidad de Ciencia y Tecnología en Kunming, China, por algo. Tampoco en Europa se podría haber realizado y, como apunta Montalvo, desplazarse al continente asiático para poder desarrollar este trabajo pone en cuestión el modelo europeo basado en la ‘slow-science’: hacer ciencia con todas las garantías y no dar pasos en falso.
Problemas legales
«En España, la hibridación interespecífica se considera una infracción muy grave»
Sin el aval europeo
«La deslocalización pone en cuestión los tiempos y las garantías de la ‘slow science’ de Europa»
El hombre al frente del máximo órgano consultivo del Gobierno español en bioética plantea que en este campo es necesario preguntarse si merece la pena recorrer «caminos tan comprometidos» pues, aunque la intención de este experimento sea «hacer el bien», no conviene perder de vista que «un tercero podría no necesariamente perseguir el mismo objetivo».
No son pocas las voces dentro del catolicismo a las que les chirría que una universidad de inspiración cristiana haya impulsado un proyecto tan delicado. Una de ellas es Elena Postigo, directora del Instituto de Bioética de la Universidad Francisco de Vitoria. Esta docente sostiene que «sorprende que este estudio haya sido impulsado por una universidad católica. El equipo de Izpisua asegura que se han respetado las restricciones de la bioética, sin embargo, me gustaría ver el dictamen. Supera los límites». Pero la UCAM parece estar tranquila.
La universidad murciana responde a ABC que la investigación de Izpisua que han apoyado está «siempre al servicio de la humanidad y se desarrolla con el máximo rigor científico y, por supuesto, ético desde el ámbito legal y moral y, además, se cumplen las instrucciones que establece la Iglesia». Lo cierto es que las universidades católicas consultadas por ABC cuestionan esta argumentación.
Contra la dignidad humana
La Iglesia cuenta con un documento del año 2009 en el que se esclarecen posibles dudas éticas y morales sobre varios temas vinculados con la bioética. El catolicismo actualizó su doctrina cuando el cardenal estadounidense William Levada era prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Se trata de la instrucción ‘Dignitas Personae’ que profundiza en la protección de la dignidad del ser humano. Sobre la hibridación, la mezcla de dos especies, se concluye que desde el punto de vista ético, «tales procedimientos constituyen una ofensa a la dignidad del ser humano, debido a la mezcla de elementos genéticos humanos y animales capaces de alconsiderar
terar la identidad específica del hombre». Izpisua no utilizó embriones humanos, pero ese extraño embrión que destruyó al día 19 de desarrollo y que da nombre a su estudio sí contaba con células humanas, con material genético del hombre.
Patricia Santos, autora del Código Universitario Compendio Legal de Bioética y doctora en Filosofía política y del Derecho en la Universidad San Pablo CEU, defiende que «la Iglesia mantiene una línea valiente en la lucha por la vida» y en el estudio de las quimeras hombre-macaco «se están mezclando dos órdenes distintos, aunque sean biológicamente compatibles, lo que supone una alteración del ser humano como especie con una esperanza de vida muy limitada».
Esperanza de vida limitada
Aunque ese embrión tuviese muy pocas posibilidades de salir adelante, la ciencia «debe buscar todas las garantías» porque «se puede dar lugar a un engendro con ADN humano». Santos coincide con Nombela en que el problema no se encuentra en el punto del que parte la investigación, ni en el objetivo que perseguía Izpisua, sino en el resultado final: «A pesar de no haber utilizado embriones humanos se están utilizando células humanas».
Hasta ahora, el grupo de Izpisua ya había producido embriones quiméricos humano-animal utilizando ratones, cerdos y vacas pero, a pesar de sus esfuerzos, no se había generado una cantidad de células humanas suficiente para pensar que los tejidos y órganos creados fueran útiles para trasplantes clínicos. Esta vez ha sido distinto porque hombre y mono son especies próximas en su línea evolutiva, como si hablaran lenguas genéticas parecidas y estuviesen condenados a entenderse. Julio Aznar, director del Instituto de Ciencias de la Vida de la Universidad Católica de Valencia también ha querido desmarcarse del resultado de la investigación. Aznar opina que es «difícil determinar qué grado de colonización con células humanas alcanza el embrión quimérico producido». Por este motivo, argumenta que «puede no ser ético generar y manipular dichas quimeras, ni mucho menos destruirlas» pues la colonización de las células humanas en el macaco podría llegar al cerebro.
No es tan tajante Carlos A. Simón, profesor de Teología de la Universidad Pontificia de Salamanca. Considera que el trabajo de Izpisua «no parece ir contra la doctrina católica, aunque en un futuro, se vería afectada la dignidad humana». El teólogo recela de que las categorías biológicas resultantes «no sean fijas, sino fluidas» y remata que esto podría plantear «importantes y preocupantes desafíos éticos y legales en el futuro». «Han jugado con fuego. Si te toca ponerte rojo, te pones rojo», opina Santos sobre el apoyo de la Universidad Católica de Murcia a este experimento.
Fuentes consultadas por este diario aseguran que este centro se rige por un sistema «totalmente jerárquico donde nadie abre la boca». Uno de los profesores de la UCAM contactados por ABC declaró, al preguntarle por la investigación, que «tenía órdenes estrictas de no hacer valoraciones». Desde la institución argumentan que «todas
Decisión del Vaticano «Solo la Santa Sede podría retirar el título de católica a la UCAM. Esto ya ocurrió una única vez, en Perú» Dudas en la filosofía «Cuando lo moral queda subordinado a lo práctico caemos en una visión utilitarista del hombre»
las opiniones se tienen que coordinar».
La UCAM no ha incurrido en ninguna ilegalidad porque el experimento se ha desarrollado en el contiente asiático y no en el campus murciano. No obstante, para que una universidad sea considerada católica –explica Rufino Callejo, doctor en Derecho Canónico de la Universidad Pontificia de Comillas– tendrá que inspirarse y basarse en los principios de la doctrina católica que se desarrollan en la Constitución Apostólica de la Santa Sede, ‘Ex corde Ecclesiae’.
La Iglesia precisa que una universidad católica debe poseer características esenciales como «la inspiración cristiana por parte, no solo de cada miembro, sino también de la comunidad universitaria como tal». Ante el riesgo de que la UCAM pudiera perder la letra ‘C’ de sus siglas, Callejo explica que «el Vaticano podría ‘quitarle’ el título de católica si considera que no mantiene los principios de moral o doctrina católica». Solo en una ocasión la Iglesia retiró el título de católica y pontificia a una universidad en Perú a la que, tras unos años, terminó restituyendo. El tiempo terminará resolviendo si el campus murciano tiene que cambiar de nombre.
Enrique Martínez, catedrático de Filosofía de la Universidad Abat Oliva CEU de Barcelona, explica que «cuando lo moral queda subordinado a lo práctico» caemos en una posición «puramente utilitarista». Se produce entonces «el abandono de la naturaleza humana». Este amante de la filosofía recuerda que este tipo de experimentos le hacen pensar en la novela ‘Frankenstein’...«Y el hombre quiso ser como Dios y acabó creando un monstruo».