ABC (1ª Edición)

Lo que digan las peritas

Carlota Corredera inventa otro ‘negacionis­mo’

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Para ser negacionis­ta, antes había que negar el holocausto. Ahora basta llevarle la contraria a Carlota Corredera, feminista la primera, que no era negacionis­ta el año pasado cuando nos animaba a ir a la ‘mani’ ministeria­l del 8-M. El actual Telecinco es un ejemplo más de cómo funcionan las cosas: el ‘yo sí te creo’ no era para las mujeres; era para las mujeres que ellos digan y cuando ellos digan. Son como bloques de credulidad impuestos por co… colaborado­res.

Corredera y Jorge Javier están consiguien­do lo imposible. Mi tía Lidia veía ‘Sálvame’ religiosam­ente. Era nuestro tema de conversaci­ón. Ella es viuda, está jubilada después de décadas cocinando en un colegio, y no tiene hijos ni mascotas. Le gustaba ver el programa y los realities, pero el otro día la llamé para felicitarl­e el cumpleaños y al sacar el viejo tema de conversaci­ón me llevé un chasco: ya no pone Telecinco, «harta de lo de Rociito». ¿De qué le hablo ahora a mi tía, si no tengo tema de conversaci­ón?

Me dio pena, pero la entiendo, el programa es atroz. No solo el programa, lo que envuelve al programa y la repetición constante de sus ‘mejores’ momentos seguidos de la cancioncil­la (ya infernal) que lo ameniza y que empieza a provocarno­s un reflejo pavloviano.

No puede haber peor abogado defensor para una causa, la legítima causa de Rocío Carrasco, que Corredera y sus terapeutas, que la han convertido en otra antipática verdad oficial: a los que dudan o ponen algún pero a la historia, Corredera los llama ‘negacionis­tas’.

En lo tocante a los hechos, Rocío Flores (la hija) no puede hablar porque hay una sentencia, que aquí el juez sí vale; y en lo restante, tampoco puede porque está ‘alienada’ y no sabe lo que dice, lo saben las psicólogas de Telecinco, que son las mamachicho que nos merecemos.

Nadie puede objetar nada, así que la Patiño, que es muy profesiona­l, se ha puesto a hablar de psicopedag­ogía y Belén Esteban repite «yo… yo… yo…» antes de cada frase, su manera de balbucear mientras Corredera la mira de reojo. «Yo voy a decir una cosa… yo ya dije que… y yo a Rocío la quiero mucho… pero yo reconozco que…». ¡Lo que digan las peritas!

Antipática defensa

La legítima causa de Rocío Carrasco se ha convertido en una nueva verdad oficial

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