Los pedos de Florita
En la Europa de hoy, la moda es un arancel a las ventosidades de las vacas
N Oserá por no contribuir. Que no se diga. La guerra de la independencia de Estados Unidos surgió por la rebelión de los colonos contra la Corona británica por abusar de ellos con un arancel sobre el té. En Egipto, la utilización del aceite para cocinar no solo estaba muy fiscalizada, sino que cualquier aprendiz de chef estaba obligado a comprar el que fabricaba el faraón en monopolio. Nada de libre mercado, y nada de reutilizar la gotita sobrante para la tortilla de la noche. Qué va. Quien lo hiciese delinquía y el faraón enviaba funcionarios a asegurarse de que el aceite del pueblo era repuesto y no reutilizado. Tenga inspectores de Hacienda para esto.
En la antigua Roma, Vespasiano creó su propio impuesto sobre la orina para asombro de los prostáticos. Se ve que el amoniaco tenía un potente uso industrial, y que al caer la tarde las letrinas públicas eran un paraíso para empresarios de poco escrúpulo –escatológico, entiéndase–, y lo recogían en garrafas para venderlo. Y vaya si se vendía. ‘Pecunia non olet’. A ver, y que tampoco era lo otro, aunque es de suponer que de vez en vez habría que cribar lo sólido de lo líquido con patricia paciencia por aquello de no mezclar sustancias. Es de suponer que ahí empezó el reciclaje.
Enrique VIII impuso una tasa por llevar barba. Tenía su lógica. Era una seña de distinción, y solo quien pudiese pagarse unas patillas a lo Morante tendría derecho a ellas. La cosa quedó poco redistributiva, pero eficaz. Y en la Europa de hoy la moda es el arancel a los pedos de las vacas, cobrado a los ganaderos capaces de rentabilizar el metano de cada ventosidad. No me pregunten cómo ni quién recuenta cada unidad de producto, ni cómo se vigila la excelencia, ni quién fiscaliza la mierda gaseosa hecha negocio. Eso, a los ingenieros de la cosa, que deciden cuándo Florita es a un chuletón lo que uno de sus pedos a una moneda de dos euros. Ya digo que no es por no contribuir. Son ideas constructivas para el sablazo a esta España de progreso por si el rejonazo de la Airef no es suficiente. Té, aceite, orina, barba y los onerosos pedos de Florita, que no todo van a ser autovías a 7 céntimos por kilómetro. ¡Bah. Qué Consejo de Ministros tan poco creativo!