«Mi hija Isabel no tuvo celos de Fátima, al contrario»
La historia de esta familia comenzó a escribirse un poco antes del verano de 2018. «Siempre había tenido ganas de acoger pero como trabajamos los dos, pensaba que no podría», apunta Isabel. Hasta que un día tecleó en Google: acogimiento verano y apareció el programa de vacaciones en Familia de la Comunidad de Madrid. «Llamé al teléfono y ese día estaban abriendo el plazo de solicitudes». Así empezó una relación que acabó como acogimiento permanente de aquella pequeña de entonces 6 años. «Esa primera vez fue una experiencia muy enriquecedora para todos», rememora. «Para Fátima fue una oportunidad de conocer un entorno familiar normalizado y no institucionalizado, es decir, desconectar del centro y convivir en una familia normal y corriente, recibir el cariño de unos “padres”, de una “hermana”…», explica esta madre. «Nuestra primera hija no tuvo celos en absoluto, y eso que se llevan solo seis meses, sino todo lo contrario, estaba encantada. Isabel era muy consciente de que no iban a llegar más hermanitos y esto suponía una oportunidad para ella. Es una experiencia para toda la familia al completo», asegura esta mujer.
Es verdad que antes hubo un periodo pequeño de adaptación, que consistió en verse los cuatro sábados anteriores. «El primer día fuimos nosotros sin nuestra pequeña, para que la niña acogida se sintiese protagonista.
A la cita siguiente ya acudió nuestra hija, para ver si había conexión». Vaya que si la hubo. Aquel primer verano juntos, rememora Isabel, «nos fuimos a la playa. Creo que era la primera vez que veía el mar. Exprimió las vacaciones al cien por cien, no había momento de aburrimiento, simplemente con un abrazo tenía la tarde echada”, recuerda. «Fue un disfrute continuo. Las acompañaba antes de dormirse, disfrutaba de todos… de hacer un castillo en la arena, de tomar un helado, que le duraba media hora hasta que se le derretía, de un beso... Algo muy llamativo en la sociedad tan consumista que vivimos». «Es una niña muy necesitada de cariño, eso llama mucho la atención, la búsqueda de contacto físico permanente, si puede, monopoliza el cariño de los mayores, lo absorbe todo», reconoce. Pero el comportamiento siempre fue excepcional, asegura. «No nos dio un solo problema y desde el primer momento se integró estupendamente en el orden familiar», concluye.