Sentenciado en el Barcelona
▶ El tramo final de temporada, con cinco puntos de doce posibles, deja sin argumentos al técnico, que ya asume la dificultad para seguir en el banquillo
Si había un ligero atisbo de duda sobre la continuidad de Ronald Koeman, al que solo un doblete podía mantener en el banquillo, el empate ante el Levante lo disipó completamente. Lo sabe el técnico y es consciente la plantilla, que en los dos últimos encuentros dejó escapar la posibilidad de conseguir una Liga que era impensable hace un par de meses. «Entiendo que tras la segunda parte se pregunten cosas y se cuestione mi continuidad», reconoció el martes el técnico, al que se le achacan algunas decisiones durante los partidos, dudosos planteamientos, poco intervencionismo ante la adversidad y renuncia a las rotaciones, contribuyendo al desgaste físico y mental de un equipo que ha llegado en reserva al tramo final de la temporada. Contratado para liderar la transición de la plantilla, se ha aferrado al mismo equipo vertebral que fue humillado por el Bayern (2-8) el año pasado en Europa. De hecho, diez meses y 52 partidos después, siete de los jugadores que sufrieron la debacle de Lisboa fueron otra vez titulares ante el Levante.
La agonía del Barcelona, a pesar del espejismo vivido en el inicio de 2021 (se ganaron 13 de los 14 primeros partidos del año), se fundamenta en una serie de males endémicos que han castigado al equipo durante todo el curso. «Podríamos haber marcado más goles, pero al final se ha repetido lo que ha pasado durante gran parte de la temporada, con errores individuales, encajando goles en contra... La Liga está sentenciada en nuestra contra. Hay pocas explicaciones, han sido errores nuestros. Nos hacen goles fáciles. Estábamos con esa chispita, pero nos hemos dejado muchos puntos importantes para ganar la Liga. Lo de hoy ha sido el reflejo de la dinámica de toda la temporada. Hemos ido recortando puntos pero no nos ha dado. Es duro pero no nos ha dado y se debe reconocer», explicó Busquets en el Ciutat de Valencia en un fiel reflejo del deambular del equipo azulgrana por la Liga a lo largo de toda la temporada.
Hacía referencia el centrocampista a la fragilidad defensiva que en más de una ocasión han denunciado los propios jugadores («cada vez que llegan nos hacen un gol», lamentó Piqué hace poco) o a la pobre efectividad mostrada en ataque. Ante el Levante, Pedri ya había fallado dos clarísimas ocasiones a los cinco minutos de juego, por ejemplo. Una constante que se ha ido repitiendo como una dolorosa letanía a lo largo del campeonato. Todo ello aderezado con pérdidas de balón incomprensibles, errores individuales o fallos infantiles dentro del área.
Críticas
En los últimos partidos también se ha puesto la lupa sobre Koeman y su discutible intervencionismo para corregir el planteamiento inicial. El partido ante el Levante desnudó al técnico ante la crítica. Primero por apostar por Sergi Roberto para sustituir a Araújo durante el descanso, en lugar de Mingueza, que hubiera aportado más solidez defensiva. Segundo, por retirar del campo a Dembélé y a Griezmann a falta de diez minutos, dejando al equipo sin recursos ofensivos si empataba el equipo valenciano, como así fue finalmente.
Cada vez que el Barcelona asomaba la cabeza tras escalar el profundo pozo en el que se hallaba sumido, se le escurrían las manos del borde, abortando la posibilidad de un liderato que le hubiera permitido depender de sí mismos. Sucedió ante el Granada (1-2) hace diez días, ante el Atlético (0-0) una semana después, y este martes ante el Levante (3-3), desaprovechando el tropiezo que también sufrió el Real Madrid ante el Sevilla. Errores que no esconden la incapacidad de los azulgranas para ganar a los rivales directos por el campeonato (un punto de 12 posibles: dos derrotas ante el Real Madrid y solo un empate en dos partidos ante el Atlético) y la dificultad para mantener el Camp Nou como el feudo inexpugnable de antaño.