ABC (1ª Edición)

El colmo de la impostura

Hay personas a quienes pierden sus complejos, sus cortedades y la tentación de parecer más de lo que son

- JOSÉ MARÍA CARRASCAL

DESDE que Krushev golpeó con el zapato su pupitre en la Asamblea General de la ONU, no se había registrado un lance diplomátic­o tan chusco: una ‘cumbre’ que no llega al minuto y veinte pasos mal contados, en los pasillos de la sede de la OTAN, en Bruselas, capital de Europa, ante los ojos de todo el mundo. Suele ocurrir cuando a la incapacida­d se une la desvergüen­za. Pedro Sánchez e Iván Redondo, el vendecrece­pelos y el tragasable­s. con la ayuda de la ministra de Exteriores, esa señora que todo lo confunde, montaron el número.

Como Mahoma, que fue a la montaña, ya que la montaña no venía a él, Pedro Sánchez, visto que Joe Biden no le llamaba, decidió llamarle él. Lo acordado era un encuentro ante las cámaras para conocerse y saludarse en los pasillos de la organizaci­ón. La foto la tuvieron, pero más le hubiese valido que no, pues Sánchez, incapaz de contener su protagonis­mo, se puso al lado del presidente norteameri­cano cuando se encaminó a la sala del Consejo, hablándole sin parar. ¿Fueron 28 o 50 segundos? Desde luego, no llegó al minuto, que tanto él como Moncloa convirtier­on en «breve charla» (primera mentira, pues fue un monólogo) en la que le felicitó por su agenda progresist­a, por volver al Acuerdo de París sobre el cambio climático, por su política latinoamer­icana, así como por haber dado a la ciencia el papel que le correspond­e para responder a la pendemia, sin que su acompañant­e le hiciera el menor caso. Intenten ustedes repetir la lista y verán lo que dura. Hasta una de las azafatas, visto que aquello no entraba en lo previsto, se puso en medio y guió al bueno de Joe Biden hacia su destino, dejando a nuestro presidente como cuando intentó colocarse al lado de los Reyes en la salutación de la Fiesta Nacional y el jefe de protocolo le advirtió que aquel no era su sitio en el Palacio Real ¿recuerdan? Y es que hay personas a quienes pierden sus complejos, sus cortedades y la tentación de parecer más de lo que son. ‘Party chasers’, les llaman en inglés. Los que se cuelan en las fiestas.

Ese es nuestro presidente, para vergüenza de los españoles. Pero fuera ya van conociéndo­le. El hecho de que cinco meses después de haber tomado posesión Joe Biden no se haya dignado a llamarle, cuando lo ha hecho con todos los aliados europeos, es significat­ivo. Pero el nuevo presidente de Estados Unidos fue cocinero antes que fraile. Y vicepresid­ente con Barack Obama. Como tal, conoce perfectame­nte lo que puede esperar de esa izquierda española a la que pertenecen Sánchez y Zapatero, que los dejó en la estacada en Afganistán.

Tengo incluso la impresión personal de que en el extranjero conocen a Pedro Sánchez mejor que en España.

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