Eres muy tonto, eres muy útil
Vendrell no está solo en su idiotez, tan pandémica que se extiende al Gobierno
XAVIER Vendrell además de independentista es bobo. No es incompatible. Uno esférico, lo mires por donde lo mires, de Tortosa a Figueras, de Mataró a Balaguer. Con la tontuna del chulo de barra, que es otra modalidad de la estupidez, apollardado como para dejar por escrito a los guardias civiles el Día D de la Normandía catalana; zoquete para llevarlo todo tan pautado en el móvil que hasta otro tan melón como él encontraría el hilo de Ariadna hasta la hoja de ruta del secesionismo; Vendrell, el de la media neurona, nunca a pleno rendimiento. Dicen los que susurran a Sostres, últimamente también anda embobado (¿será contagioso?) con otra Cataluña es posible, que a Vendrell no hay que hacerle caso ni en lo dicho ni en lo escrito porque es un simplón. Yo, que soy intermitentemente despierto, pienso «caray, pues lo nombrasteis secretario general de la Presidencia del Govern y conseller de Gobernación y Administraciones Públicas».
Lo cual me lleva a creer que para ser prócer catalán no hace falta ser muy listo, sólo indepe. Ahí tienen a Torra o a Puigdemont, un par de listillos con pinta de grillados. Por eso de ser justo, inmediatamente me viene a la cabeza Jaume Giró, que en todo caso lleva tiempo siendo muy avispado, el que más de todos. Y yo, que además de atolondrado soy muy generoso, me apiado de Vendrell. Xavier, no estás solo en tu idiotez. Es colectiva, comunal, incluso pandémica. Mira Sánchez, que hasta dejando a la vista de su ministro del Interior desde hace meses los planes para acorralar al Estado, debilitarlo, vilipendiarlo a nivel internacional y armar un referéndum de autodeterminación por debajo de la mesa de diálogo (de besugos) sigue alelado con todos vosotros. Será que entre tontos se atraen, o que los aplatanados somos los demás, entretenidos con la agenda 2050, la NASA española, la ley trans, el ingreso tan mínimo que nadie lo ve, los fondos europeos esperando a los colocados del Gobierno y a la recua de pícaros intermediarios y, por supuesto, los encuentros interplanetarios entre Sánchez y un tal Biden. Vale, Vendrell debe de ser medio idiota pero para colársela a Sánchez tampoco hace falta más porque en su caso no es cuestión de estupidez sino de falta de moralidad.