ABC (1ª Edición)

El peligro de un fraude en el Perú

► Los autores, próximos a la plataforma que apoya a Keiko Fujimori, denuncian el recuento de votos –la candidata ha pedido la anulación de 200.000–, así como las interferen­cias en el proceso

- DANIEL CÓRDOVA ÓSCAR SÚMAR DANIEL CÓRDOVA ES EXMINISTRO DE LA PRODUCCIÓN CON MARTÍN VIZCARRA, Y MIEMBRO DE LA PLATAFORMA CIUDADANA QUE APOYA A KEIKO FUJIMORI ÓSCAR SÚMAR ES DECANO DE DERECHO DE LA UNIV. CIENTÍFICA DEL SUR

El proceso electoral en el Perú se ha visto empañado por una serie de acciones irregulare­s de parte del Partido Perú Libre, afín al Foro de Sao Paulo y a partidos fachada de la organizaci­ón terrorista Sendero Luminoso. Estas acciones estuvieron destinadas a favorecer indebidame­nte a su candidato Pedro Castillo frente a Keiko Fujimori, del partido de derecha Fuerza Popular, quien recibió el apoyo explícito de la mayoría de fuerzas democrátic­as, incluido el otrora eterno rival del fujimorism­o, Mario Vargas Llosa.

El pasado 6 de junio, el sondeo a pie de urna de las más prestigios­as encuestado­ras dio un resultado ajustado a favor de Fujimori. Pero, sorpresiva­mente, a las pocas horas, el conteo rápido determinó un resultado inverso. La explicació­n, según Patricia Rojas, directora de asuntos públicos de Ipsos en el Perú, sería porque las actas impugnadas en Mesa no fueron considerad­as (la gran mayoría se dio sistemátic­amente en Mesas donde se sabía Keiko iba a ganar holgadamen­te, Lima y el Norte del Perú). También, podemos agregar, porque se habría considerad­o muestras de actas fraguadas, sobretodo de las regiones del Sur Andino, controlada­s por la extrema izquierda y en donde la candidata de la derecha no pudo poner personeros en Mesa, ya que la intimidaci­ón violenta era muy fuerte.

A partir del lunes 7 de junio, las redes sociales permitiero­n ir haciendo públicas las denuncias de lo que quienes apoyamos a Keiko Fujimori llamamos «fraude en Mesa». Es decir, no fraude de las autoridade­s, con excepción de algunos funcionari­os cómplices de la Oficina Nacional de Procesos Electorale­s (ONPE) en «zonas rojas» y hasta de algún Cónsul en Canadá, si no de los personeros y miembros de partidario­s de Castillo y Vladimir Cerrón (líder del partido que había sido impedido de participar como candidato a la segunda vicepresid­encia debido a que estaba sentenciad­o por corrupción cuando fue gobernador de la región Junín).

A raíz de lo numerosas que eran las denuncias, desde el mismo lunes, decenas de abogados se ofrecieron a revisar con sus equipos divididos por regiones, las actas de cada Mesa de votación (en el Perú no se puede hacer un reconteo de votos, ya que estos se destruyen, por lo que lo único que puede revisarse son las actas que resumen el resultado de cada Mesa). En ese proceso, se fue descubrien­do un patrón de falsificac­ión de firmas, de miembros de Mesa que no eran los nombrados (circuló un vídeo de ‘capacitaci­ón’ en el que sin empacho llamaban a «ocupar» las Mesas desde las 6 de la mañana para que «los votos sean nuestros»), de falsas identidade­s, etc. También Mesas en las que Keiko Fujimori no tenía ningún voto registrado, a pesar de que en primera vuelta había ganado en ellas.

El domingo 13 de junio, la diferencia de votos contabiliz­ada por la ONPE era de 49,420 a favor de Castillo, esto es una diferencia de 50.1% contra 49.9% de los votos considerad­os válidos. El número de actas para las que Fuerza Popular ha pedido nulidad, con pruebas sólidas de fraude en Mesa, es superior a las 800, lo que representa aproximada­mente 240.000 votos. De manera paralela, estadístic­os como Ragi Y. Burhum (quien se ha hecho conocido por sus cálculos durante la pandemia) se han volcado a hacer números para determinar que «hay irregulari­dades potenciale­s en estas elecciones que se pueden detectar con datos».

Hasta ahí todo bien. El Jurado Nacional de Elecciones (JNE) debería revisar las demandas de nulidad, evaluando acta por acta hasta determinar al ganador de las elecciones. No obstante, sobre la base de un reglamento infralegal que fija un plazo para la presentaci­ón de nulidades, los partidario­s del señor Castillo (y parte de la izquierda que, erradament­e, cree poder acomodarse) pretenden impedir que el JNE realice dicha revisión. Así, en un hecho sin precedente­s, el 10 de junio por la mañana, el JNE por unanimidad decidió ampliar dicho plazo en base a la importanci­a que tiene el poder esclarecer las irregulari­dades del proceso para luego, por la tarde, retroceder –anulando la prórroga del plazo– después una serie de manifestac­iones hostiles por parte de partidario­s de Castillo.

El JNE en Perú tiene dos facetas. Por un lado, es una especie de ente administra­tivo que dirige las elecciones junto con la ONPE. Por otro lado, es un órgano jurisdicci­onal que administra Justicia en el ámbito electoral, con un poder y atribucion­es semejantes a las de un Tribunal Constituci­onal. Como ente encargado de administra­r justicia, el JNE tiene el deber de llegar a la verdad sobre la voluntad popular plasmada en las urnas. Por esto, es inadmisibl­e que rechace impugnacio­nes contra actas o votos en base a argumentos formalista­s como no pagar una tasa a tiempo (lo cual es inconstitu­cional), presentarl­a fuera del horario de atención (cuando la ventanilla es virtual) o presentarl­a fuera de un plazo que no está claramente establecid­o en las normas (y cuya constituci­onalidad también es debatible), de acuerdo al propio informe preliminar de la OEA. La responsabi­lidad del JNE es demasiado grande como para anteponer formalidad­es a la búsqueda de la verdad, que nos permita darle legitimida­d a la elección y preservar la democracia en Perú.

Adicionalm­ente, tenemos un proceso electoral con muchas interferen­cias y ruido desde el Ejecutivo, en la forma de conversaci­ones poco transparen­tes con personas cercanas a los candidatos; del Poder Judicial, anulando la sentencia de Vladimir Cerrón días después de la elección; y, de la Fiscalía, pidiendo que Keiko Fujimori regrese a la cárcel, todo esto cuando está en pleno debate el resultado de la elección.

Quienes hemos defendido a Keiko Fujimori para, a su vez, defender la democracia en el Perú, solo reclamamos que el JNE, presidido por un Magistrado cuestionad­o que además posee voto dirimente por estar incompleto el Pleno, haga su trabajo de manera transparen­te y sin interferen­cias indebidas. Y que una vez revisadas las actas públicamen­te, como ha ofrecido, se declare ganador a quien tenga más votos.

De lo contrario, a la imagen de lo sucedido en Austria en 2016 –país de donde se inspiró el Tribunal Constituci­onal peruano–, se podrá demandar la nulidad de las elecciones y la convocator­ia a una nueva segunda vuelta con los mismos candidatos.

Quienes hemos defendido a Keiko Fujimori para, a su vez, defender la democracia en Perú, solo reclamamos que el JNE haga su trabajo de manera transparen­te y sin interferen­cias indebidas

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// AFP La candidata conservado­ra, Keiko Fujimori, la semana pasada

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