ABC (1ª Edición)

Koke, un capitán sin brazalete

▶ Después de dos años fuera de la selección, por fin asume el rol que siempre ha tenido en el Atlético

- ENRIQUE YUNTA

En las charletas improvisad­as que los periodista­s montan después de los partidos, a vueltas con el secarral del césped y el inquietant­e montacarga­s de obra que lleva a la prensa hasta su tribuna de La Cartuja, varias ideas en común: España jugó relativame­nte bien, en especial el primer tiempo, pero el problema del gol es un dolor de muelas, nada nuevo. Como a la explanada del estadio olímpico de Sevilla no llegaba ni un taxi y la espera fue de más de media hora (se pierden por el camino y los accesos están limitados hasta el punto de dejarte a un largo paseo de la puerta de acceso), se llegó a profundiza­r un poco más sobre este y aquel y todo el mundo coincidía en que el lunes, ante los suecos, destacó Koke Resurrecci­ón, cada día más hecho a una selección que le cerró la puerta durante dos años. Luis Enrique, al asumir el cargo, prescindió del jugador del Atlético de Madrid en todas las convocator­ias (de octubre de 2018 a noviembre de 2020) y ahora se puede decir que España es Koke y diez más, titularísi­mo en el centro del campo y líder, a su manera, de un equipo que reclama galones.

Desde Las Rozas hablan maravillas de Koke, quien lleva 51 tardes de rojo después de la del lunes. «Es normalidad, discreción y liderazgo desde esa apariencia de tranquilid­ad que transmite», cuentan desde la caseta. «Con el prestigio que tiene, y después de dos años sin venir, está con la misma ilusión, con un saber estar impresiona­nte, sabe cuándo tiene que hablar. Es un ejemplo de serenidad y de liderazgo del que aprender, un compañero de diez». En esta atípica concentrac­ión, y sin la figura de un capitán al que atender (Ramos ya se sabe que no está y Busquets todavía no se ha incorporad­o al grupo porque está apurando sus últimos días de cuarentena), Koke habla con unos y con otros, siendo especialme­nte cuidadoso con los más jóvenes del grupo. «Viene de ser campeón de Liga y parece que venga de hacer playoff por ascenso a Primera», añaden, insistiend­o en esa ilusión desbordada que transmite. «Cuando eres campeón, quieres volver a serlo, siempre. Vienes con el aliciente ese, de hacer un año espectacul­ar, de hacer una gran temporada. Queremos repetirlo aquí en la selección, también los que no han sido campeones. Queremos ganar por nuestro país, lo vamos a intentar», reflexiona­ba antes del estreno, una de las voces elegidas para los primeros días de campamento en Las Rozas.

Koke siempre se ha vaciado con la selección, pero llegó justo después de aquella era dorada que elevó a España al cielo y de la que cayó estrepitos­amente. Debutó en 2013, en un amistoso ante Ecuador en Guayaquil, y ya se sabe cómo le han ido las cosas al combinado nacional en esta travesía. Mundial de Brasil, Eurocopa de Francia y Mundial de Rusia, tres petardazos en los que Koke quedó marcado. De Rusia, además, se fue fallando su penalti en la tanda ante Rusia.

Él tampoco marca

El problema con Koke, y con otros tantos, es que siempre se le puso el cartel de heredero de, y en su caso la losa era mucho más pesada porque se dijo que sería el nuevo Xavi, del que no tiene nada que ver. En las listas de jugadores llamados a liderar las numerosas revolucion­es de España después de cada fracaso siempre aparecía el nombre de Koke, pero es verdad que con España era irrelevant­e y no rompía, no al menos de manera definitiva. Ahora crece y crece en este equipo y ante Suecia se le vio en plan Atlético, ahí sí que nadie le discute. «Está muy centrado, muy equilibrad­o, valorando en todo momento dónde está y lo que tiene».

Lo que tiene son 29 años, edad perfecta para la madurez del futbolista. En La Cartuja, Koke fue capitán sin brazalete, empeñado en levantar el ánimo de su amigo Morata cuando el delantero la pifiaba de manera lastimosa (se llevan muy bien) y el primero en reclamar al equipo que saludase a los más de 12.000 aficionado­s que fueron a animar, o al menos esa era la intención de entrada, al olímpico.

Mientras se discutía sobre Morata o Gerard Moreno, y ya a medida que los taxis recogían a los enviados especiales, en la tertulia se rescató del partido una ocasión de Koke que fue también clarísima, aquella llegada desde atrás con disparo a las nubes cuando estaba en una posición. Es obvio que no es un goleador, no es ese su cometido, pero tiene una espinita clavada con la selección porque todavía no ha celebrado ni un solo tanto. Solo le queda saldar esa deuda.

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// REUTERS Koke pasa la pelota en el partido de La Cartuja

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