Francia se estrena exuberante
▶ La campeona del mundo derrota a Alemania con un arduo trabajo físico y defensivo, y las acometidas de Mbappé. Dos goles anulados a los galos
Francia es el paraíso de la abundancia. Se estrena en la Eurocopa en una final anticipada contra Alemania y sale triunfal en un exuberante despliegue físico y defensivo, que se apoya en las galopadas repletas de fantasía de Mbappé.
Suena ‘La Marsellesa’ en el Allianz de Múnich y dan ganas de ir con Francia, tal es el sentimiento que transmite la tropa de Deschamps. Bretones, normandos o alsacianos, juntos en representación de la república del gallo y de una idea común de país, sin fisuras ni reinos de taifas. Es Francia, con el cartel de favorita colgada al pecho, frente a Alemania, la selección que junta a once peatones por la calle y llega a semifinales. Partido de altos vuelos que amanece con varias capas. Brillan en el escaparate los tres delanteros galos, Mbappé, Benzema y Griezmann, pero la realidad decreta que el volumen físico y los pulmones de su centro del campo, con Kantè, Pogba y Rabiot, gobiernan el partido.
Ejerce Alemania de anfitriona en Múnich, sin reservas, siempre de frente, siempre de pie, con ese poso que muestra esta selección en cualquier torneo. Dan igual los nombres y ese escrutinio casi obsesivo que se establece entre los analistas de fútbol internacional. El peso de su historia fluye por Kimmich, Gundogan o Kroos, los que tratan de someter a su rival con largos periodos de posesión del balón.
Pero Francia es un acorazado sin complejos, que despeja al patadón o la tira lejos para evitar problemas a su portero, Lloris, casi inédito en el primer tiempo pese al dominio teutón.
Es un problema para Alemania superar al trío del medio, y mucho más atravesar la barrera de Pavard, Varane, Kimpembe y Lucas Hernández, defensas de físico rotundo y pierna fuerte, que cortan, atajan o zancadillean sin rubor. Alemania apenas crea ocasiones, Gundogan, en una cadena de rebotes, y un par de faltas sin tino de Toni Kroos.
Puro granito
Deschamps desprende cierto aroma de cholismo, la portería siempre a cero como premisa, y ya aparecerá Mbappé cual bisonte en estampida, o el fútbol asociativo de Griezmann, o la llegada de Pogba o Rabiot, bronquios sobran para cruzar el campo una y otra vez. Cómoda como sometida, Francia se estira un par de veces con Mbappé y aquello es dinamita, el jugador más determinante en el campo, imposible pararlo si no es con dos adversarios. Dos veces bloca Neuer los tiros del sueño de cualquiera. A Benzema se le ve menos integrado en esa estructura rocosa. Francia no es una sinfonía de violines, sino granito puro.
En una arrancada veloz, asoma Lucas Hernández por la izquierda, la pega con violencia en busca de un rechace o un pie amigo y canta bingo. Hummels toca el balón y Francia celebra el primer gol. El partido no es ninguna hermosura, sino un duelo titánico, tan físico que Pogba y Kantè destacan más que sus atacantes.
La fe de Alemania es conmovedora, confía siempre en sí misma, en su esencia. La gente de Low se echa encima de Francia sin duda, encuentra alguna grieta, se explaya en los saques de esquina, se aferra a Muller. Durante algunos minutos da la sensación de tener el empate a un golpe de cabeza, imperturbable en su empeño.
No se arroja a los leones, porque Mbappé es un clon de Usain Bolt. A la velocidad de la luz sostiene cualquier opción para Francia. Es propietario de un don natural para este deporte, que combina esa rapidez con la artesanía del regate. El delantero del PSG consigue un gol de fábula, después de tres recortes que también mueven al espectador del sofá, un tiro ajustado allá donde cualquier soñador pondría el balón. Es majestuoso, pero es fuera de juego. El gol se anula y Alemania respira.
Aún son vigentes los centros desde la derecha de Kimmich, siempre dulces, de carácter definitivo. Low mete a Sané para alterar el partido con un jugador de fantasía y desborde, pero Francia es una roca que aguanta cada embestida, sale a la contra como una centella (un nuevo gol anulado, a Benzema), y resiste hasta el final.