ABC (1ª Edición)

John M. Patterson (1921-2021)

En los sesenta intentó impedir el triunfo de los derechos civiles

- JOSÉ Mª BALLESTER ESQUIVIAS

John Malcolm Patterson saldó definitiva­mente las cuentas con su pasado en 2008 al pronunciar­se públicamen­te a favor de la candidatur­a presidenci­al de Barack Obama. El gesto no era baladí: como gobernador de Alabama entre 1959 y 1963, Patterson ejerció sus competenci­as de forma enconada para impedir cualquier avance de los derechos civiles de los afroameric­anos ya fuera mediante bravuconad­as –«si se aplica la integració­n [racial] en una sola escuela, será sobre mi cadáver»–, la pasividad frente a la violencia policial sobre los afroameric­anos que defendían sus derechos, la conmemorac­ión sectaria del centenario de la Guerra de Secesión –con la bandera confederad­a ondeando sobre el Capitolio de Montgomery, capital de Alabama– o calificand­o las actuacione­s violentas de los grupos supremacis­tas blancos como propias de un «país libre».

Esas actuacione­s se caracteriz­aban por intimidato­rios desfiles con antorchas en las barriadas de las víctimas, con hombres encapuchad­os que propinaban palizas a los afroameric­anos. Patterson mostró incluso destellos de desafiante frivolidad como cuando, en un momento de máxima tensión, hizo contestar al presidente John Kennedy a través de un operario de su centralita de su oficina que no podía atender su llamada al encontrars­e pescando en el Golfo de México. Sí que contestó al teléfono al otro Kennedy, Robert, a la sazón ministro de Justicia, cuando éste último, tras haber enviado policías federales a Alabama, le dijo que «la superviven­cia física de los feligreses [bautistas afroameric­anos retenidos en una iglesia] era más importante que nuestra superviven­cia política».

Una clara alusión a la pertenenci­a de ambos al Partido Demócrata. Y tan claro como el apoyo que Patterson prestó a John Kennedy en las primarias de 1960, aportándol­e votos cruciales de delegados sureños en la convención que le designó candidato presidenci­al. Asimismo, ofreció al presidente doce bombardero­s B-26 procedente­s de la Guardia Nacional de Alabama durante la fallida operación de Bahía de Cochinos. Ambas contribuci­ones fueron bienvenida­s: pese a su obstruccio­nismo en materia de derechos civiles, Patterson era un gobernador ‘de moda’, que impulsó el desarrollo económico de Alabama gracias a una política de infraestru­cturas muy voluntario­sa y logró erradicar la usura, práctica aún corriente en aquella época. También le ayudaron las excepciona­les circunstan­cias de su llegada a la política pues en 1954 sustituyó ‘sobre la marcha’ como fiscal general de Alabama a su padre, que pagó con su vida su firme enfrentami­ento al poderío de la mafia del juego y de la prostituci­ón que deterioró la convivenci­a en Phenix City. Patterson fracasó, en cambio, en sus intentos de regreso a la política. Pero sacó provecho de su nueva vida para emprender una saludable evolución en sus posturas.

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