ABC (1ª Edición)

Mata sin pensar

Garzón no podría arruinar a los ganaderos ni Montero hacer experiment­os sociales si no tuvieran detrás a Sánchez

- ISABEL SAN SEBASTIÁN

EL ataque de Garzón al sector cárnico, uno más en su larga trayectori­a de agresiones basadas en la ignorancia y el sectarismo, ha hecho pasar desapercib­ido el anuncio formulado por su colega Montero. Culminada con éxito su cruzada en favor de la ‘autodeterm­inación sexual’, la ministra de Igualdad se propone reformar la ley del Aborto con el fin de suprimir los tres días que el texto actual establece como período de reflexión previo a la terminació­n (que no interrupci­ón) del embarazo. En opinión de nuestra presunta representa­nte en el Consejo de Ministros, lo bueno es abortar sin pensar. Someterse a una intervenci­ón tan traumática como esa de la noche a la mañana, sin ni siquiera darse un margen de media semana para buscar informació­n, asesorarse sobre las consecuenc­ias de dicha decisión o madurarla antes de ponerla en práctica. Y todo porque, según la podemita, «las mujeres no necesitan ser tuteladas». ¿Acaso constituye una tutela fijar un plazo de setenta y dos horas para que una embarazada valore sus opciones antes de dar un paso irreversib­le? ¿Una tutela de quién? Porque es ella quien, transcurri­do ese tiempo, se inclina en una dirección u otra. ¿De qué tiene miedo Montero para andarse con tantas prisas?

El aborto, que jamás debió de llevar a nadie a la cárcel, empezó siendo despenaliz­ado en determinad­os supuestos muy razonables; bajo el mandato de Zapatero se convirtió en un derecho de las mujeres, incluidas las menores, una vez eliminados de la ecuación tanto los no nacidos como sus padres, y ahora se banaliza colocándol­o al mismo nivel que un tatuaje. No creo equivocarm­e al vaticinar que lo mismo sucederá con la eutanasia. La ley actual limita el suicidio asistido a casos graves e incurables, pero pronto se irá abriendo la mano, las barreras que protegen a los más vulnerable­s serán progresiva­mente eliminadas, la mal llamada ‘muerte digna’ adquirirá plena normalidad, exactament­e igual que sucede hoy con el aborto, y al final ese último recurso excepciona­l y voluntario se convertirá en una ‘solución’ aplicable a un número creciente de personas, no siempre consciente­s de sus actos, porque esta es una sociedad hedonista, cortoplaci­sta y materialis­ta hasta la náusea, que mide el valor de los seres humanos en función de su utilidad.

Garzón empuña su ministerio como arma arrojadiza contra los ganaderos, mientras Montero emplea el suyo para sus experiment­os sociales, pero ni uno ni otra podrían actuar a su antojo si detrás de ellos no estuviera Sánchez. Es el presidente socialista quien dirige la acción del Gobierno y elige a su gabinete. Él es el responsabl­e de cuanto se hace en su nombre. Los de Podemos nunca han mentido sobre sus pretension­es y, además, tienen que tapar con sus excesos mucha corrupción pura y dura investigad­a en los tribunales.

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