A cara descubierta, o con mascarilla
Francisco Igea Vicepresidente de la Junta de Castilla y León
El vicepresidente castellanoleonés escenifica el hartazgo regional por la irresponsabilidad del Gobierno ante la quinta ola de la pandemia
Metida de lleno en el ‘mainstream’ de la alta política, Díaz Ayuso se limita desde hace meses a disputar partidos de exhibición. Hay que coger el AVE y plantarse en Valladolid para disfrutar del espectáculo regional de lo que un día fue la autoridad delegada de aquel estado de alarma que Sánchez barajó y repartió para que ganara la banca. Lo protagoniza Igea, casi en solitario, ante el silencio domesticado de los barones socialistas y de algunos presidentes populares que no terminan de quitarse la mascarilla. Urkullu y Aragonès no cuentan; van bilateralmente por libre. Como vicepresidente de Castilla y León, un peldaño por debajo en el protocolo pandémico e institucional, Igea se siente liberado para dar cera y pulir cera. No perdona, y tampoco olvida la irresponsabilidad táctica de un Gobierno que, autoaliviado de obligaciones y restricciones, hace apenas unos días animó a España a sonreírle a la quinta ola. El pasado jueves, el vicepresidente castellanoleonés sacó nueve botellines de agua mineral, con los que improvisó un ábaco de sobremesa para ridiculizar al Ejecutivo. Ayer, en sesión continua, llegó a hablar de los Cuadernos Rubio... Está sembrado y desinhibido, lo suficiente para manifestar el hartazgo y la impotencia que otros callan, con la mascarilla medio bajada.