Cobarde y belga
Dejó a su gobierno y a sus partidarios, sin previo aviso, abandonados
Carles Puigdemont es un cobarde y el fracaso de la independencia en Cataluña se explica mucho más por su falta de agallas que por la supuesta represión de España. Si por él hubiera sido, no se habría celebrado el referendo ilegal del 1 de octubre. El día de la votación, en lugar de presentarse como un presidente donde le tocaba ejercer, cambió de coche bajo un puente como un payaso y rebajó así cualquier dignidad institucional asociada a su cargo. En los días siguientes, renunció a encerrarse en el Parlament, a declarar la independencia, y a dejar que cientos de miles de independentistas defendieran la sede en abierta confrontación con la Policía y el Estado. Cuando declaró la independencia fue para suspenderla a continuación, y al cabo de unos días hizo el simulacro de volverla a activar, pero en lugar de defenderla se fugó a Bélgica y dejó a su Gobierno y a sus partidarios, sin previo aviso, abandonados. Desde entonces, para engañar a los votantes independentistas, ha prometido que si ganaba las elecciones, ‘volvería a casa’, promesa a la que sistemáticamente ha faltado, hasta el extremo de que se está ahora planteando sacar la nacionalidad belga y fijar allí su residencia. «Sólo volveré a una Cataluña libre», ha dicho. Puigdemont sabe muy bien que Cataluña es perfectamente libre y él un forajido sin siquiera la dignidad de haberse mantenido fiel a su banda.
La suerte del independentismo es el reverso de la cobardía de Puigdemont. Las mentiras del fugado son las derrotas de su causa. Que su abogado sea Gonzalo Boye nos ayuda a entender que al otro lado del espejo no está Bobby Sands, ni siquiera Martin McGuinness, sino Sito Miñanco, que por lo menos pagó un equipo de fútbol, porque lo que es Puigdemont, no ha pagado nunca nada. Y lo caro que nos sale. Hacerse belga es el fin de recorrido de la gallina de Gerona. De todos modos y en cualquier caso nunca habían llegado demasiado lejos los tipos de Gerona que intentaron pasar por los más listos de la clase. Cobarde y belga es un pleonasmo pero me gusta decir las dos palabras para mayor escarnio.
Que todavía a tantos independentistas Puigdemont les parezca un héroe, da una idea de lo poco que tiene que hacer España para ganarles.