Proust, más vivo que nunca en el 150 aniversario de su nacimiento
► Una veintena de ensayos, estudios y revisiones abordan incontables facetas íntimas y literarias
La celebración nacional hoy del 150 aniversario del nacimiento de Marcel Proust continúa a un ritmo muy frondoso, ‘redescubriéndose’ las mil y una facetas de ‘En busca del tiempo perdido’ (19131927), uno de los libros más importantes del siglo XX, y uno de los grandes monumentos de nuestra civilización literaria europea.
El mes de marzo pasado se publicó un libro de inéditos, ‘Les Soixante-quinze feuillets’ (Los setenta y cinco folios), anotados por Nathalie Mauriac, descendiente de los herederos de Proust, con un prefacio de Jean-Yves Tadié, biógrafo emérito y responsable de la más completa edición de la ‘Recherche’, con incontables notas, variantes e índice de personajes.
Siguieron, durante el último trimestre, una veintena de libros, ensayos, estudios, revisiones, ilustraciones, abordando incontables facetas íntimas y literarias. Con mucha antelación, los editores anuncian para finales de agosto y primeros de septiembre otra avalancha de novedades proustianas: del París de Proust a nuevas ediciones críticas, de las tribulaciones de algunos personajes prostibularios a la iconografía de la más alta aristocracia del espíritu, pasando por una nueva ‘summa’ de Jean-Yves Tadié, el ‘Papa’ de los proustianos oficiales…
Veraneos proustianos
No sin cierta coquetería, muy proustiana, por otra parte, la gran exposición del 150 aniversario ha sido aplazada hasta el 15 de diciembre, en el Museo Carnavalet: ‘Marcel Proust, una novela parisina’ se anuncia como una síntesis total. Los responsables de la muestra han preferido aplazarla por razones ‘sanitarias’. La fecha exacta del aniversario todavía está muy marcada por las huellas, estigmas y amenazas de la pandemia. Desplazando seis meses la gran exposición se espera escapar al fantasma amenazante de la crisis sanitaria.
Sin embargo, las vacaciones veraniegas estarán muy marcadas por el legado proustiano, en París y Normandía, de los legendarios veraneos proustianos, entre Cabourg (Balbec), Deauville y Trouville, que una importancia tan capital tienen en la geografía, descubrimiento, alumbramiento e ‘iluminación’ de los misterios íntimos de las ‘adolescentes en flor’. Hay previstas una veintena larga de conferencias, ciclos
La gran exposición en el Museo Carnavalet de París ha sido aplazada hasta el 15 de diciembre por culpa de la pandemia
de lecturas y ‘giras turísticas’ consagradas a glosar las más gloriosas y minúsculas huellas de unas estancias y viajes descritos por Proust con el gran estilo de una prosa que transforma en tierra mítica unos paisajes inmortalizados por Monet y otros pintores impresionistas.
En Illiers-Combray (departamento de Eure-et-Loir), el pequeño pueblo tan esencial en la formación del niño Proust, próximo a Chartres, la alcaldía y el Estado han previsto un rosario de conferencias, exposiciones, mesas redondas, para glosar y rememorar no solo la geografía local: las visitas proustianas de Illiers-Combray a Chartres tienen una importancia mayor en la historia de la crítica de arte, una revisión en profundidad del gran arte arquitectónico y el puesto de las catedrales en la ‘germinación’ de la civilización europea. No es un secreto que Marcel Proust llegó a proponer que el Estado francés subvencionase la celebración de misas cantadas, considerándolas como ‘obras de arte totales’ que era imprescindible proteger, estudiar y seguir con la pasión erudita y popular que adoramos la zarzuela o la gran ópera.
Para quienes no tengan o no puedan tener vacaciones, las grandes cadenas de la radio y la televisión públicas tienen previsto un largo rosario de emisiones consagradas a la divulgación y el gran público. Un escritor comparable a Dante (como autor de uno de los grandes tratados de amor de nuestra civilización), ‘desmenuzado’, comentado, divulgado con ánimo evidentemente pedagógico. En París, la Academia ha supervisado y seguirá supervisando, en cierta medida oficiosa, la fabulosa sucesión de actos, recuerdos y celebraciones.
Más allá de las bajas y más altas pasiones proustianas, no deja de ser muy emocionante el seguimiento y contemplación de una ‘comunión’ tan viva entre un clásico de la literatura mundial y una sociedad, una nación, que tiene muchos problemas, pero encuentra en su cultura clásica un motivo de ‘comunión’ cívica.