ABC (1ª Edición)

Cavendish alcanza el récord de victorias de Merckx en el Tour

► El británico remonta en Carcasona a García Cortina y suma su triunfo número 34

- J. GÓMEZ PEÑA

Ni después de tantos años retirado es fácil alcanzar a Eddy Merckx. Mark Cavendish acaba de conseguirl­o cuatro décadas después en Carcasona al remontar en el esprint a García Cortina y lograr su victoria en el Tour número 34, las mismas que el mito belga. Ya comparten récord.

En la pantalla gigante instalada en la salida de Nimes, apareció Federico Martín Bahamontes. Con Charly Gaul. Con el Tourmalet al fondo. La Grande Boucle cuida su memoria y su patrimonio. Y no olvidó que era el cumpleaños del Águila de Toledo, ganador de la edición de 1959. Ya tiene 93 años y sólo le molestan un poco las rodillas. El vencedor del Tour de mayor edad que sigue vivo mantiene su genio, el bueno y el malo. La decimoterc­era etapa arrancó con ese guiño a la historia y, claro, terminó con otro cuando Cavendish se puso a la par de Merckx.

Hubo fugas, como la de Latour, Goldstein y Bennett, y también caídas, como la que obligó a retirarse a Yates, Hamilton y Kluge. Y apareció el viento de costado, que puso de los nervios a todos y no eliminó ni a Pogacar ni a los que le discuten el liderato. Ahí, en ese amago de abanico, se desgastó Cortina. Lo había pasado mal al inicio. Arrastra un catarro desde el diluvio de Tignes. No pensaba en el esprint, sino en taparle el viento a Enric Mas. Lo hizo. Y luego, casi de rebote, se vio en la calle que mira de frente a las cincuenta torres y la muralla medieval de Carcasona. El asturiano vio el primero la pancarta. Pero detrás, Morkov, siempre Morkov, traía de la mano a Cavendish. El británico inició la remontada. Pasó a Cortina, que quizá echó de menos las fuerzas gastadas contra el viento. Cavendish rebasó a su fiel Morkov casi sobre la raya y ahí se puso a la par de Merckx. Las cámaras le rodearon. Por lo del récord. Cavendish no hablaba de esa plusmarca. Prefería saborear este triunfo como si fuera el primero. No quiso compararse con Merckx. Respeta la historia de su deporte.

Trece ediciones

Sabe que la huella del Caníbal belga es la más profunda. Ganó cinco de las siete ediciones que corrió, vistió 96 días de amarillo, se llevó tres premios de la regularida­d y dos de la montaña. De sus 34 victorias de etapa, diez fueron cuesta arriba y nueve contra el cronómetro.

A mucha distancia, Cavendish ha necesitado trece ediciones para igualar al número de triunfos de etapa.

En el Tour de 2012, Cavendish se acercó a su compañero Wiggins, que acabó ganando esa edición, y le pidió un favor. «Déjame una etapa. Prepárame un esprint». Eran colegas, juntos habían sido en 2008 campeones de mundo de pista en la americana, esa prueba en la que los ciclistas se dan relevo con las manos. Ese día se convirtió en el mejor velocista de la historia del Tour. Era su victoria número 22, las mismas que Darrigade. Ahora, con 36 años y tras una depresión, ha alcanzado a Merckx. Pero sólo en número de etapas. En lo demás, el belga es inalcanzab­le. A finales de 1969, tras arrodillar a todos sus rivales en su primer Tour, una broma corrió en el mundillo ciclista, como recuerda el libro ‘Merckx, mitad hombre mitad máquina’: «Han multado a Gimondi y Poulidor con 50 francos por agarrarse a un camión mientras subían el Tourmalet. ¿Y qué ha dicho Merckx? Él era quien remolcaba el camión».

Al belga le atormentab­a el miedo a perder. Hay que saber economizar las fuerzas. Merckx no era así. Debutó en el Tour en 1969, se vistió de líder, a seis etapas del final distanciab­a en más de ocho minutos al segundo cuando atacó en el Tourmalet e hizo solo 145 kilómetros hasta vencer en Mourenx. Lo hizo, simplement­e, porque podía hacerlo. Por dominar como nadie antes había hecho y nadie ha podido después. Y por eso ningún corredor aguanta las comparacio­nes con él. Otra cosa es la marca de Cavendish, extraordin­aria, sin necesidad de ponerla ante el espejo inigualabl­e de Merckx.

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