«Más que vender, mi objetivo es hacer grandes obras de arte»
▶ La artista cubana, que desde hace dos años mantiene una relación con Alejandro Sanz, nos abre las puertas de su estudio en Madrid con motivo de ARCO
umergirse en el estudio de Rachel Valdés es descubrirla y conocerla mejor. Hay cierto morbo por saber cómo es la mujer que ha conquistado el corazón de uno de nuestros cantantes más internacionales, Alejandro Sanz. Este romance puso su vida patas arriba, aunque ella asegura que sigue siendo la misma. A sus 30 años derrocha belleza y mide las palabras: Rachel prefiere expresarse con los pinceles y no alimentar cotilleos. Su sensibilidad y su dulzura atrapan, seducen, conquistan. Mezcla timidez y cautela porque teme que los periodistas se acerquen a ella para escarbar en su vida íntima. Por eso, prefiere plasmar sus emociones en enormes lienzos abstractos que tarda casi dos meses en elaborar: «El óleo se demora mucho en secar y hay que esperar para pintar encima de una capa. Mientras, voy trabajando en otra pieza», explica frente a uno de sus cuadros. Rachel quiere que se establezca un diálogo entre sus obras con el que se explique su visión de la naturaleza.
SNaturaleza abstracta
Esta es la tercera vez que expone en ARCO, aunque su presencia en esta edición parece más consolidada, destacando como una de las pintoras emergentes del panorama artístico. «He abierto las puertas del estudio porque tenía la necesidad de compartir con el público español mi trabajo físico. Después de salir de un período tan duro, pensé que era un buen momento para que la gente pudiese venir a ver la obra. Me encantaría ir insertándome en la dinámica y en la so
ciedad cultural de este país». Rachel acude cinco días en semana a su maravilloso estudio ubicado en el polígono industrial Ventorro del Cano (Alcorcón). «Suelo estar desde las once de la mañana hasta las siete de la tarde porque intento aprovechar la luz del sol. Este es un sitio muy amplio con luz natural y techos muy altos que para el gran formato en la pintura es fundamental», explica la artista.
Rachel se formó en la Academia Nacional de Bellas Artes de la Habana en San Alejandro. Luego, gracias a varias becas, consiguió viajar para ver mundo y empaparse de la belleza natural. Sigue manteniendo su conexión con La Habana donde nació y vivió hasta los 20 años. Allí sigue conservando familia y amigos. «No olvido mis raíces, pero sé que soy una privilegiada». Su tierra es para ella un lugar inspirador y emocionalmente muy fuerte, al que suma el misticismo y la luz que baña el Mediterráneo. También se fija en sus maestros del expresionismo abstracto; Kooning,
Motherwell o el español Antoni Tàpies.
Privilegiada
Valdés nunca se lanza de primeras al lienzo grande: antes hace pruebas de color en los más pequeños que también ha expuesto en el estudio tras darles un uso como paleta. No firma los cuadros: «No quiero que nada perturbe la forma o la abstracción. No me gusta el estereotipo, esto es de fulanito de tal, no me gusta que se pierdan en la idea», confiesa. No piensa en vender a la hora de crear: «Para mí, la necesidad de expresión es muy importante. Es un gran espacio en el que poder despojarte de todo. Me gusta que el espectador se sienta inmerso dentro de la obra, algo que me permite el gran formato. Es algo que siempre voy a trabajar, aunque sé que es difícil de vender porque no todo el mundo tiene esos muros tan grandes para colgarlos», reconoce Rachel.
Y las cosas le van bien: «Yo vivo de mi trabajo totalmente aunque mi objetivo, más que vender, es hacer grandes obras. Yo creo que al final sale todo. Un artista no tiene que estar preocupado con el mercado sino con la obra. Da igual lo que pase. Si estás segura de lo que haces, tarde o temprano la gente lo va a entender, lo va asimilar, y se lo va a llevar».
En cuanto cierre ARCO, Rachel Valdés comenzará a prepararse para en diciembre asistir a Art Bassel, la Feria de Arte Contemporáneo de Miami, donde llegará de la mano de la galería Pan American Art Projects. La pintora cree que Madrid la ha recibido con los brazos abiertos y confiesa estar muy feliz de vivir en la capital, atrapada por su luz inspiradora: «El carácter del español es algo que me fascina, la cultura, la historia, la fuerza que tiene este país... Todo es fascinante».
Mientras dura la charla, la artista recibe varios ramos de flores de amigos que la felicitan por su exposición. En la puerta del estudio aguardan algunas fans de Alejandro Sanz que quieren conocerla y conectar con él a través de su obra. «Compartimos nuestros trabajos», aclara la artista. «Yo creo que a él le gusta todo lo que hago, pero tampoco me dice su preferido para no condicionarme», asevera.
El confinamiento la pilló recién llegada a España. Fue muy duro, sobre todo psicológicamente: «Te cuestionas muchas cosas, muchos miedos e incertidumbres. Intenté leer mucho, pensar en el presente, estar tranquila. Por suerte pude estar cerca de mis seres queridos y eso estuvo bien». Rachel ha vivido en tres ciudades: La Habana, Barcelona y Madrid. Tiene un niño de seis años, Máximo, fruto de una relación anterior.
Desde hace dos años comparte su vida con Alejandro Sanz con quien vive en una fabulosa casa en la lujosa urbanización de La Finca en Pozuelo. Dicen que ambos artistas están muy enamorados. Ella prefiere no hacer valoraciones y solo da gracias cada día a la vida por todo lo que le ha dado. «Es un ejercicio existencial importante, agradecer lo que se tiene, sea lo que sea. Yo me siento afortunada por todas las cosas que he vivido y las que tengo, y la verdad no puedo pedir más».
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«A Alejandro le gusta todo lo que hago, no me dice su preferido para no condicionarme» Objetivo
«Me encantaría ir insertándome en la dinámica y en la sociedad cultural de este país»