Barranquismo sin vértigo
Óscar López Presidente de Paradores
Si Iván Redondo aseguró que se tiraría por un barranco por Sánchez, su sucesor tiene experiencia en despeñarse
Hace apenas mes y medio, Iván Redondo aseguró en las Cortes que iba a estar con Pedro Sánchez «hasta el final», sin aclarar a qué final se refería, si al de una serie de televisión, al de la Copa América o al de las rebajas de verano, que suele dar paso a la quema de restos y en El Corte Inglés al ‘Límite 48 Horas’. De carácter finalista, incluso sacrificial, Redondo llegó a decir aquella inspirada tarde de mayo que estaba dispuesto a tirarse por un barranco por Sánchez. No era el único capaz de reinterpretar a José Luis López Vázquez en ‘Atraco a las tres’ y presentarse como «un admirador, un amigo, un esclavo, un siervo». El presidente del Gobierno hojea el santoral sanchista en busca de mártires y se topa con la imagen y la estampita de Óscar López, barranquista de primera generación, pionero de la inmolación dogmática y militante socialista de acreditada fidelidad a unas siglas que para Redondo, editor de pegatinas y embotellador de crecepelo, no pasaron de ser una marca comercial. No es que López diga de boquilla que está dispuesto a tirarse por el barranco; es que ya se despeñó cuando, frente al paredón del susanismo –«en este momento la única autoridad que existe en el PSOE soy yo», se escuchó en Ferraz–, mantuvo el ‘no es no’ a Rajoy que le acababa de costar al propio Sánchez su despacho y su cargo. La Moncloa es un precipicio. Abstenerse aspirantes con vértigo.