ABC (1ª Edición)

El victimismo, primero

Ir de víctima o de defensor de la víctima garantiza un prestigio incuestion­able

- LUIS DEL VAL

Confieso que me conmocionó la muerte de un joven de 24 años, molido a puñetazos y a patadas por media docena aproximada de verdugos, que lo patearon en el suelo hasta acabar con su vida. La incitación a la monstruosi­dad parece que fue debida a que el influyente, y aparente jefe de la pandilla de linchadore­s, estaba de mal humor, porque había discutido con su novia y le habían expulsado de un establecim­iento. En fin, de alguna manera hay que desahogars­e, y lo más rápido es discutir con el primero con el que te encuentres, a ser posible que sea pacífico. Pero si me sorprendió la insoportab­le crueldad, tan extraordin­aria como sádica e implacable, no me ha asombrado menos la febril búsqueda para que el asesinato fuera cometido debido a la caracterís­tica homosexual de la víctima. Han matado a un hombre de una manera horripilan­te, y resulta que, antes de que se haya detenido a los autores, hemos estado varios días intentando saber si era del Real Madrid, era filatélico o era homosexual. Es cierto que hay un repunte de ataques homofóbico­s, contra el que debemos luchar, pero también es evidente que el banderín de enganche del victimismo tiene un prestigio que anula cualquier objetivida­d. Ya decía Robert Hughes –nacido en Sidney y muerto en Nueva York hace ocho o nueve años– que «los únicos héroes son las víctimas», a partir de lo cual ir de víctima o de defensor de la víctima garantiza un prestigio incuestion­able.

Hace poco, escribí que las madres matan a sus hijos en un porcentaje semejante al de los padres, y me comentaron que por las redes basura de internet, a las que nunca me asomo, algún ejemplar del victimismo feminista me había calificado de machista. Bueno, al victimismo no le gusta la realidad, y ahí están los secesionis­tas, inventándo­se agravios pasados y presentes, sabiendo, como señala Daniel Giglioni , que «la condición de víctima quiere ser una respuesta unánime, pero una respuesta unánime es sólo una respuesta falsa». Hay que luchar contra la discrimina­ción de mujeres, de homosexual­es y de quien sea, pero es contraprod­ucente abrazarse de manera permanente al victimismo, porque eso es convertir a la auténtica víctima en una mercancía.

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