Que veinte años no es nada
Veinte años después de declarar una guerra de objetivos indefinidos, cuando no fantasmagóricos, y tras dar sepultura a más de 2.500 soldados, Estados Unidos se retira de Afganistán sin un solo logro político. A Bin Laden lo liquidaron de forma clandestina al otro lado de la frontera de Pakistán, muy cerca de donde los talibanes esperaban el repliegue del Pentágono para imponer la ley islámica y el terror. El enviado de Biden volvió ayer a Doha para buscar –dijo– «una solución política del conflicto afgano». Que China, experta en protocolos preventivos y alertas, haya comenzado ya a evacuar a sus nacionales dice mucho del futuro inmediato del país que Estados Unidos quiso un día civilizar, y de la confianza que Pekín tiene en el enviado de Biden.